La diabetes mellitus tipo 2 es una enfermedad crónica que hasta la fecha no tiene cura.
La principal deficiencia en la diabetes es la falla del páncreas (células beta), y esta falla viene determinada por múltiples factores que incluyen factores genéticos (incluyendo varios genes ninguno de los cuales predomina sobre otros), sobrepeso u obesidad, sedentarismo, alimentación inadecuada, estrés y hasta trastornos del sueño. Y es eso que ha hecho muy difícil poder encontrar una cura para la enfermedad, por lo que el tratamiento está enfocado en medicamentos para controlar los niveles de glucosa (azúcar) y de esta forma evitar las complicaciones que produce la enfermedad.
Los cambios en el estilo de vida que estamos experimentando en la mayor parte del mundo, con un incremento galopante en la prevalencia de obesidad tanto en niños como en adultos, el alto consumo de alimentos altos en calorías (carbohidratos y grasas), la falta de ejercicio y la vida acelerada que llevamos han hecho que las cifras de personas diabéticas se hayan incrementado a niveles epidémicos. Es así que la OMS (Organización Mundial de la Salud) estima que en el año 2013 eran 382 millones de personas diabéticas en el mundo, la mitad de las cuales no conocían el diagnóstico, y se estima que para el año 2035 serán (o seremos) 592 millones de diabéticos, lo cual desde ya genera muchas complicaciones dentro de las cuales tenemos: Causó 5.1 millones de muertes en el año 2013 (cada 6 segundos muere una persona a causa de la diabetes), es la primera causa de amputaciones de miembros inferiores (que no sea por trauma), es la primera causa de ceguera y la primera causa de insuficiencia renal crónica. Para el año 2030 la OMS estima que la diabetes mellitus será la 7.ª causa de muerte a escala mundial. El gasto de salud que genera la diabetes es impresionante, en el año 2013 el gasto sanitario para la atención de pacientes diabéticos fue de $548 billones a nivel mundial.
Debido al impacto de la enfermedad, tanto en calidad de vida como en costos, desde principios del siglo XX se hacen esfuerzos para encontrar la cura de la enfermedad, y desde el descubrimiento de la insulina en 1921 ha habido muchos avances, de tal forma que actualmente la calidad de vida de las personas diabéticas ha mejorado mucho. Se continúa con el desarrollo de medicamentos, se sigue trabajando en trasplante de páncreas y hasta el desarrollo de un páncreas artificial, sin embargo para que esta nueva tecnología y medicamentos salgan al mercado, necesitan demostrar eficacia y una muy baja incidencia de efectos secundarios para que entidades regulatorias en Estados Unidos y Europa les den su aprobación. Finalmente, existen asociaciones de profesionales en diabetes en Estados Unidos (Asociación Americana de Diabetes), Latinoamérica (Asociación Latinoamericana de Diabetes), Europa (Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes) y a escala internacional (Federación Internacional de Diabetes) que dictan las pautas en el tratamiento de la diabetes, ninguna de las cuales reconoce, aprueba ni recomienda el trasplante de células madre como tratamiento que mejore o mucho menos que cure la diabetes.
Las personas con diabetes deben aprender a manejar la enfermedad con alimentación adecuada, ejercicio rutinario, reducción de peso, toma de medicamentos (incluyendo insulina) y control rutinario con su médico.
La cura la diabetes (cuando esto suceda), por las implicaciones que conlleva, será la noticia del siglo y no un anuncio de periódico que solo vende ilusión.