
María tenía 30 años cuando su vida cambió drásticamente. Un diagnóstico de diabetes tipo 1 llegó como un golpe inesperado, transformando su rutina diaria en un desafío constante. Cada comida, cada actividad y cada momento se llenaron de cálculos, monitoreos y preocupaciones. La sensación de pérdida era abrumadora, y María comenzó a sentir que su vida estaba limitada por su condición.Pero María no se rindió. Con el apoyo de su familia, comenzó a buscar...