Diabetes Durante El Embarazo Complicaciones |
La diabetes tipo 2 a través de las
generaciones
Se revisan
la fisiopatología de este trastorno, con especial atención a la epidemiología,
la genética y, la epigenética y biología celular y molecular.
Introducción
La diabetes mellitus tipo 2 (DM2) es un trastorno metabólico de la
homeostasis energética que se caracteriza por hiperglucemia y alteración del
metabolismo de los lípidos como consecuencia de que las células β de los
islotes pancreáticos no pueden secretar suficiente insulina en respuesta a
diversos grados de sobrealimentación, sedentarismo, sobrepeso u obesidad
consecuentes y resistencia a la insulina. La carga de esta enfermedad es
enorme, debido al rápido crecimiento de la prevalencia a nivel mundial, el daño
devastador que puede hacer a muchos de los órganos del cuerpo, y los costos
directos e indirectos. En este seminario se pone especial énfasis en el papel
emergente de la programación fetal y neonatal, y se subraya la necesidad de un
enfoque vital global para su prevención y manejo.
Diabetes En El Embarazo |
Epidemiología
Creciente número de enfermedades epidémicas no transmisibles
La prevalencia estimada de la diabetes en el embarazo en todo el mundo en adultos es de
285 millones en 2010(6,4%), y se prevé que este valor aumente a casi 439 millones
(7,7%) para el año 2030. La DM2 es la forma predominante y representa al menos
el 90% de los casos. Se prevé que el aumento de la prevalencia sea mucho mayor
en los países en desarrollo que en los países desarrollados (69% vs. 20%). En
los países en desarrollo, las personas más afectadas son las de 40-60 años (es
decir, en edad de trabajar), en comparación con los países desarrollados donde
los más afectados son los mayores de 60 años. Este aumento en la DM2 está
íntimamente relacionado con los cambios hacia un estilo de vida occidental
(dietas hipocalórica con escasa actividad física) que se observa en los países
en desarrollo y el aumento de la prevalencia de sobrepeso y obesidad.
Diabetes tipo 2 en los jóvenes y embarazadas
Hasta 1990, la DM2 se veía pocas veces en las personas jóvenes y en las
mujeres embarazadas, pero éste ya no es el caso hoy en día. En algunos
países, la DM2 es aún poco frecuente en los niños y los adolescentes, como
sucede en Alemania, donde la prevalencia es del 2,3 por 100 000 habitantes en
las personas de 0 a 20 años. Sin embargo, la incidencia de la DM2 en los
jóvenes es mayor que la incidencia de la diabetes tipo 1 en algunos grupos
étnicos, como se ve en EE.UU. (12,1 vs. 7,4 por 100 000 personas en los
asiáticos e isleños del Pacífico ≤20 años, y 19,0 vs. 15,7 por 100 000 en
afroamericanos de 0-19 años). A menudo, la DM2 asociada a la obesidad en los
jóvenes permanece sin diagnóstico y es de difícil manejo.
La edad más joven en la que se observa la DM2 también se traslada al
creciente número de mujeres embarazadas afectadas, muchas de las cuales no son
diagnosticadas antes del embarazo. Los resultados del embarazo relacionados con
la DM2 son similares o posiblemente peores que los observados en la diabetes
tipo 1, con tasas de malformaciones congénitas y muerte perinatal elevadas.
Existe poca conciencia entre los profesionales de la salud de los riesgos
que llevaron al consenso del panel de la Internacional Association of Diabetes
in Pregnancy Study Groups (IADPSG) para clasificar los trastornos hiperglucémico
en el embarazo y aconsejar a las mujeres a hacerse el análisis al comienzo del
embarazo para detectar una diabetes gestacional dieta manifiesta.
Carga de la DM2: complicaciones y exceso de mortalidad
El exceso de mortalidad global en el año 2000 por diabetes en general,
en su mayoría atribuible a la DM2, fue de 2,9 millones (5,2%) de muertes. En
2004, las muertes por enfermedades cardíacas y accidente cerebrovascular relacionadas
con la diabetes fueron 68% y 16%, respectivamente, según consta en los
certificados de defunción de EE. UU. Por otra parte, la diabetes es la causa
principal de ceguera en los adultos de 20-74 años, y provoca casi el 44% del
fallo renal en etapa terminal y es responsable del 60% de las
amputaciones no traumáticas de los miembros inferiores en ese país.
En las poblaciones asiáticas, el patrón de las complicaciones difiere
del patrón de la población de raza blanca, con más muertes entre los asiáticos
atribuidas a accidentes cerebrovasculares e insuficiencia renal. La DM2 también
se asocia con la hepatopatía no alcohólica con hígado graso, incluyendo la
esteatohepatitis no alcohólica, el síndrome del ovario poliquístico y
posiblemente, algunas neoplasias.
Diagnóstico
La OMS, la American Diabetes Association (ADA), y el IADPSG han revisado
las recomendaciones sobre las estrategias de diagnóstico y los criterios para
los trastornos hiperglucémico, incluyendo la diabetes, tanto en la población en
general como en las embarazadas. Cabe destacar que la OMS y la ADA han
recomendado que para diagnosticar la diabetes se puede utilizar una hemoglobina
glucosilada A1c (HbA1c) objetivo ≤6,5%. Los comités de evaluación de
datos examinaron la relación entre la prevalencia de las complicaciones de la
diabetes, en particular la retinopatía, y las concentraciones de la HbA1c. La
OMS también analizó los datos de las fotografías de la retina del DETECT-2 y
los marcadores del control glucémico de 44.623 participantes de 9 estudios.
Varios organismos profesionales internacionales y autoridades sanitarias están
estudiando y adoptando estas recomendaciones.
Fisiopatología
La DM2: el fracaso para contener el exceso energético crónico. El exceso
energético crónico es el evento patogénico primario que impulsa el desarrollo
de la DM2 en personas susceptibles por su genética y epigenética. Sin embargo,
muchos individuos sobrealimentados y con sobrepeso u obesidad no desarrollan
diabetes o lo hacen muy tarde en la vida. Ellos son resistentes a la DM2 y
distribuyen el exceso de energía como grasa en el tejido adiposo subcutáneo
(TAS) y no en el corazón, el músculo esquelético, el hígado y las células de
los islotes β, debido a los siguientes mecanismos: compensación exitosa de las células
ß de los islotes; mantenimiento de niveles normales de nutrientes en la sangre;
desarrollo mínimo de resistencia a la insulina; mayor expansión del TAS en
relación con el tejido adiposo visceral (TAV) y, aumento limitado de las grasas
en el hígado. De esta manera, los principales órganos del cuerpo evitan los
daños provocados por los nutrientes.
Los individuos susceptibles sobrealimentados desarrollan DM2 debido a la
falta de estas respuestas adaptativas que tienen como objetivo eliminar en
forma segura el exceso de energía calórica. Los siguientes defectos metabólicos
son cruciales para el desarrollo de la DM2: incapacidad de las células β de los
islotes para compensar el exceso energético; aumento de la secreción de
glucagón y reducción de la respuesta a la incretina; mayor deterioro del TAS;
hipoadiponectinemia e inflamación del tejido adiposo; aumento de la producción
endógena de glucosa y, desarrollo de resistencia periférica a la insulina.
Es importante destacar que el exceso de energía no se deposita en forma
segura en el TAS, de manera que debe ser depositado en otra parte. La
"otra parte" es el TAV, que es menos saludable y un almacenamiento
"ectópico" en los órganos, como el hígado, el corazón, el músculo
esquelético y el páncreas, lo que daña al tejido en forma generalizada. El
empeoramiento de la función de las células β de los islotes puede crear la
necesidad del tratamiento con insulina.
Factores genéticos y ambientales
Aunque los principales defectos del metabolismo de la DM2 están presentes
en algún grado en la mayoría de los pacientes, este trastorno es muy
heterogéneo. Se han identificado muchos genes de susceptibilidad diferentes que
durante la gestación, la primera infancia y más adelante en la vida interactúan
con los factores del medio ambiente.
Genes
La posibilidad de la DM2 de ser heredada es elevada (se estima que es
>50%), según lo indicado por las elevadas tasas de concordancia en los
gemelos monocigotas y el riesgo particularmente elevado de los familiares en
primer grado de los diabéticos. Sin embargo, los estudios en gemelos deben ser
considerados con cuidado ya que el entorno intrauterino de los gemelos
dicigotas (placentas separadas), los gemelos monocigotas (comparten el 60-70%
de una placenta) y el feto único (una placenta sin competencia por los
nutrientes maternos) es diferente, lo cual puede ser un factor de error en la
interpretación de los efectos. Un amplio estudio de Suecia sobre el riesgo
familiar de DM2 mostró que el riesgo relativo fue más elevado en los individuos
con al menos dos hermanos afectados, independientemente del antecedente de
diabetes paterno. Este hallazgo sugiere que existe un patrón de herencia
recesiva de defectos genéticos poco comunes y que es importante el hecho que
los hermanos compartan un entorno intrauterino o posnatal similar, o ambos (por
ejemplo, la alimentación, la lactancia o el biberón o, la nutrición infantil)
o, una combinación de estos factores.
Los estudios de asociación de todo el genoma han contribuido a aumentar
el número confirmado de loci asociados a la diabetes que en la actualidad
llegan a 40. Un número mayor de estos loci se asocia más con la disfunción de
las células β (KCNJ11, TCF7L2, WFS1, HNF1B, SLC30A8, CDKAL1, IGF2BP2, CDKN2A,
CDKN2B, NOTCH2, CAMK1D, Thada, KCNQ1, MTNR1B, GCKR, GCK, PROX1, SLC2A2, G6PC2,
GLIS3, ADRA2A y GIPR) que con la alteración de la sensibilidad a la insulina
(PPARg, IRS1, IGF1, FTO y KLF14) o la obesidad (FTO). De éstos, el locus más
fuerte de susceptibilidad a la DM2 es el TCF7L2, el cual se asocia con la
disfunción de las células β. La mayoría de los pacientes con las formas
monogénicas de la diabetes también tienen defectos genéticos que afectan la
función de las células β. Sin embargo, solamente el 10% de la herencia de la
DM2 se puede explicar por los loci de susceptibilidad identificados hasta
ahora, ya que cada locus tiene poco efecto. La herencia restante podría estar
relacionada con un gran número de variantes menos comunes (frecuencia de alelos
<5%) que son difíciles de encontrar con los enfoques actuales de los
estudios de asociación de todo el genoma, y/o los fenómenos epigenéticos.
Ambiente en los primeros años de vida: la programación fetal y neonatal
y los efectos epigenéticos
Una gran evidencia epidemiológica y experimental indica la existencia de
una relación entre la restricción del crecimiento intrauterino y las
enfermedades de los adultos, tales como la obesidad, la hipertensión, la DM2 y
las enfermedades cardiovasculares. La evidencia de que la diabetes gestacional sintomas o la diabetes manifiesta durante el embarazo pueden afectar el riesgo de
diabetes en el feto es limitada pero altamente sugestiva.
En estudios longitudinales de los indios Pima, entre los cuales la
prevalencia de la obesidad asociada a la DM2 es muy elevada, los hijos de madres
con diabetes establecida durante el embarazo desarrollan DM2 antes que los
nacidos de madres sin diabetes. Por otra parte, la obesidad y la DM2 fueron más
frecuentes entre los hermanos nacidos de la misma madre después que ella
desarrolló la diabetes. En el estudio multiétnico SEARCH for Diabetes in Youth
(Búsqueda de Diabetes en Jóvenes), el diagnóstico de DM2 se hizo a edad
temprana en los niños de madres que habían tenido diabetes durante el embarazo
que en los niños de madres no diabéticas. Por último, en un estudio danés,
comparados con los hijos de las madres sin la diabetes, el riesgo relativo
ajustado de prediabetes o DM2 fue mayor en los hijos de las madres con
diabetes gestacional tratada con dieta (7,8) o que tenían diabetes tipo 1 durante
el embarazo (4,0) a la edad de 22 años. El efecto de la diabetes tipo 1 materna
fue mayor si la hiperglucemia estaba presente en el tercer trimestre (riesgo
relativo por mg/dL de glucosa: 1,41) y, por lo tanto, el ambiente intrauterino
hiperglucémico interviene estrechamente en la patogénesis de la DM2.
El hecho de haber comprobado la existencia de una asociación entre la
deficiencia de la vitamina B12 durante el embarazo, especialmente en mujeres
sin deficiencia de ácido fólico, con el desarrollo de obesidad infantil y
resistencia a la insulina es de potencial importancia. La evidencia también
indica que la lactancia materna antes de los 21 años tiene un efecto protector
contra el desarrollo de DM2.
La programación fetal y neonatal ha sido un área importante de
investigación, con especial interés en el papel de la epigenética y los
orígenes fetales de la enfermedad del adulto. Hay mucha evidencia proveniente
de estudios en animales que indica que la programación al principio de la vida
puede afectar las redes de control neurohormonal del peso y el desarrollo de
los islotes del páncreas.
Factores ambientales
Un estilo de vida occidentalizado, consistente en una dieta hipocalórica
y una menor actividad física está sin duda vinculado a la pandemia de obesidad
y DM2. Las tasas de sobrepeso, obesidad y diabetes han aumentado notablemente
en las poblaciones que se desplazan desde las zonas rurales tradicionales hacia
los ambientes urbanos. El cambio dietético está dado por el pasaje del consumo
de alimentos sin procesar, de bajo valor calórico y elevado tenor de fibras a
una alimentación con comida procesada y rica en energía, con un elevado nivel
de azúcar y grasas. La falta de adecuación de la regulación epigenética a esta
nueva forma de alimentación pone en riesgo a las nuevas generaciones de
desarrollar DM2.
En la patogénesis de la DM2 han sido implicados el desequilibrio de los
nutrientes, incluida la deficiencia de las vitaminas D y B12 en personas sin
deficiencia de ácido fólico y, el aumento de las reservas corporales de hierro.
La evidencia también sugiere que la exposición a los contaminantes orgánicos
sintéticos (por ej., plaguicidas y plastificantes) afecta a las células
endocrinas y aumenta el riesgo de desarrollar DM2.
La microbiota intestinal, que puede estar influenciada por los
acontecimientos durante la vida temprana, como el tipo de parto y la
alimentación y más tarde por factores como el uso de antibióticos y la
composición de la dieta, también puede contribuir a aumentar riesgo de DM2.
Están en vías de investigación ciertos probióticos que pueden modificar la
flora intestinal de manera beneficiosa. El mayor uso de tecnologías para
reducir el consumo de energía, incluidos los automóviles y la televisión,
contribuyen con estilos de vida sedentarios que están estrechamente asociados
con el sobrepeso, la obesidad y la DM2. El bajo nivel socioeconómico y la
depresión también afectan el riesgo. La deprivación del sueño y la apnea
obstructiva del sueño se asocian fuertemente a la obesidad y la DM2 y podrían tener
roles patogénicos.
Mecanismos moleculares: breve reseña
Redes neurohormonales de control del peso
La disfunción de los mecanismos que controlan el balance
energético corporal y el peso y causan sobrepeso y obesidad es de gran
importancia en la patogénesis de la DM2. Esta disfunción se produce en la
compleja red neurohormonal de control del peso corporal en la cual las señales
centrales (desde el tallo cerebral y los centros superiores corticales, por
ejemplo, cognitivas, visuales y otras señales de recompensa) y las señales
periféricas de las reservas de energía (por ej., a partir del tejido adiposo,
leptina) o relacionadas con el hambre (del intestino, por ej., grelina) y hasta
la saciedad (a partir de intestino y el páncreas, como las señales nerviosas
aferentes vagales, colecistoquinina, péptido símil glucagón 1 [GLP-1], insulina
y niveles de nutrientes) alimentan el hipotálamo y otras áreas clave del
sistema nervioso central para controlar el apetito, la actividad física y el
peso corporal. Esta red está muy regulada por el reloj circadiano que sustenta
un vínculo fisiopatológico entre los trastornos del sueño, la obesidad, y la
DM2.
La obesidad está asociada con la resistencia a las acciones centrales de
la leptina y la insulina. Existen formas monogénicas de obesidad con fenotipos
graves (por ej., debido a mutaciones en LEP, LEPR, MC4R, y POMC), pero son poco
frecuentes (<5% de todas la obesidad). Sin embargo, la herencia de la
obesidad es elevada y, hasta el momento, los estudios de asociación de todo el
genoma han identificado 32 variantes de loci comunes, pero esto solo explica
aproximadamente el 1,45% de las variaciones del índice de masa corporal. Por lo
tanto, para comprender mejor la elevada capacidad hereditaria de la DM2 es
necesario identificar las variantes genéticas raras o las causas epigenéticas.
Las neuronas del hipotálamo que controlan el peso parecen estar notablemente
afectadas por el medio ambiente al principio de la vida. Por ejemplo, en ratas
sobrealimentadas en la vida temprana se halló una alteración epigenética de los
mecanismos de regulación para la expresión del gen POMC por hipermetilación.
Células β de los islotes
En los seres humanos, las células ß de los islotes son vulnerables a los
daños inducidos por los nutrientes y, por lo tanto, contribuyen notablemente al
desarrollo de la DM2. Las células β tienen que: mantener la síntesis de
proinsulina con la correcta modificación postraducción; mantener a los gránulos
listos para la secreción; sensar las concentraciones de nutrientes en la
sangre, principalmente por vía del metabolismo intracelular con la producción
de factores de acoplamiento para la secreción de nutrientes; sensar otras
señales neurohormonales y liberar en forma adecuada la insulina a través de la
activación de los gránulos por un mecanismo complejo de exocitosis. Por lo
tanto, los mecanismos que subyacen en la insuficiencia de las células ß
son muchos, variados y complejos. La disfunción de las células β de los
islotes ocurre generalmente cuando se requiere compensar el exceso calórico, lo
que puede significar que las deficiencias menores se tornen importantes. Los
autores han propuesto que lo que determina el mecanismo inicial del daño es una
mezcla de los factores de susceptibilidad de las células ß, pero que una vez
que se ha desarrollado la hiperglucemia importante, en la mayoría de los
pacientes se producen mecanismos glucotóxicos y glucolipotóxicos
provocando una aceleración de la insuficiencia. Uno de los factores propios de
las células β del islote en la DM2 humana es su propensión a desarrollar
depósitos del polipéptido amiloide en los islotes, pero es probable que esto
represente un papel, más en la progresión de la enfermedad que en su
iniciación.
Los estudios sobre la insuficiencia de las células β en modelos de roedores sugieren una serie de mecanismos, desde solamente un mal funcionamiento, por ejemplo en el modelo de rata grasa de Zucker con 60% de pancreatectomía hasta la pérdida sustancial de la masa de células β en el modelo de restricción del crecimiento intrauterino de Sprague Dawley. Este último modelo es de particular interés debido a que las ratas Sprague Dawley son normalmente muy resistentes al desarrollo de diabetes. La pérdida de la masa de células ß de los islotes en este modelo de restricción del crecimiento intrauterino se ha relacionado con la regulación epigenética hacia abajo de Pdx1, una transcripción homoeobox pancreática esencial para la diferenciación normal de las células β. En las muestras de páncreas de las personas con intolerancia a la glucosa en ayunas y DM2 se ha observado la pérdida de un 40-60% de la masa de células β, pero también se ha observado la pérdida de menos del 24% a los 5 años del inicio de la enfermedad. Se desconoce si existe un subgrupo de personas con DM2 en el que predomine la deficiencia funcional de las células β sin pérdida de su masa, pero esto puede tener consecuencias para el tratamiento.
Los estudios sobre la insuficiencia de las células β en modelos de roedores sugieren una serie de mecanismos, desde solamente un mal funcionamiento, por ejemplo en el modelo de rata grasa de Zucker con 60% de pancreatectomía hasta la pérdida sustancial de la masa de células β en el modelo de restricción del crecimiento intrauterino de Sprague Dawley. Este último modelo es de particular interés debido a que las ratas Sprague Dawley son normalmente muy resistentes al desarrollo de diabetes. La pérdida de la masa de células ß de los islotes en este modelo de restricción del crecimiento intrauterino se ha relacionado con la regulación epigenética hacia abajo de Pdx1, una transcripción homoeobox pancreática esencial para la diferenciación normal de las células β. En las muestras de páncreas de las personas con intolerancia a la glucosa en ayunas y DM2 se ha observado la pérdida de un 40-60% de la masa de células β, pero también se ha observado la pérdida de menos del 24% a los 5 años del inicio de la enfermedad. Se desconoce si existe un subgrupo de personas con DM2 en el que predomine la deficiencia funcional de las células β sin pérdida de su masa, pero esto puede tener consecuencias para el tratamiento.
Secreción de glucagón y efecto incretina
La secreción de glucagón y el efecto incretina, que implica al GLP-1 y
al inhibidor del polipéptido gástrico, se hallan alterados en la DM2. La
secreción de glucagón aumenta durante el ayuno y pierde su efecto inhibitorio
posprandial. El efecto incretina, que es el aumento agregado en la secreción de
insulina por una sobrecarga oral de glucosa en comparación con una carga
glucemia después de una carga de glucosa por vía intravenosa, está severamente
alterada. Esta característica puede estar causada por el deterioro de la
producción del GLP-1 (aunque la evidencia general no es muy fuerte) y la
disminución de la sensibilidad de las células β al polipéptido inhibidor
gástrico. También es posible la disfunción de la secreción de glucagón causada
por la alteración del efecto incretina. Todas estas alteraciones agravan la
hiperglucemia pero es poco probable que sea el defecto primario en la
patogénesis de la DM2. Las hormonas intestinales, incluyendo el GLP-1, también
intervienen en la regulación que hace el sistema nervioso central del balance
energético y el apetito.
Tejido adiposo e inflamación
La necesidad de tener grasa que pueda ser usada para un metabolismo
saludable se ejemplifica por dos extremos del tejido adiposo blanco: los
trastornos raros en los que este tipo de grasa está ausente, como las
lipodistrofias congénitas y adquiridas, que pueden conducir al síndrome
metabólico severo, mientras que algunas personas muy obesas no desarrollan el
síndrome metabólico en absoluto. De este modo, el tejido adiposo blanco sano
impide la diseminación de los nutrientes hacia otros tejidos y protege contra
la enfermedad metabólica. El tejido adiposo blanco en el síndrome metabólico o
la DM2 es anormal en múltiples formas: distribución preferente en el TAV;
reducción de la diferenciación y expresión de los adipositos y de la secreción
y expresión de la adiponectina; alteración de la supresión de la lipólisis por
la insulina; aumento de la expresión y secreción de las citocinas inflamatorios
(factor de necrosis tumoral α, interleucina 1β, y la proteína 1 quimiotáctica
de los monocitos) y, aumento de la inflamación tisular (infiltrados
macrófagos). La disminución de la secreción de adiponectina y el aumento de las
citocinas inflamatorias y ácidos grasos no esterificados agrava la resistencia
a la insulina en el músculo y son patogénicos de la esteatohepatitis no
alcohólica.
El descubrimiento del funcionamiento del tejido adiposo pardo en los
seres humanos adultos plantea la posibilidad de que este tejido pase por alto
la homeostasis energética y tenga un papel preventivo en la DM2. La detección
de este tejido en el ser humano disminuye con el aumento de la edad y está
disminuido en las personas con un índice de masa corporal elevado e hiperglucemia
en ayunas. Los estudios de asociación de todo el genoma han demostrado que solo
el 0,1% de variación en la distribución de la grasa (circunferencia de la
cintura y relación cintura-cadera) puede ser explicado genéticamente y, por lo
tanto, las diferencias genéticas que afectan este aspecto del tejido adiposo
parece poco probable que exista entre las personas obesas y los que no
desarrollan DM2. Las diferencias regionales en la expresión génica de los
preadipositos, sin embargo, persisten en las células en cultivo después de
varios pases, lo que sugiere que estas células tienen memoria epigenética. Por
otra parte, los preadipositos de las personas con DM2 tienen un perfil de
expresión génica intrínseco que también persiste después de dos pasajes. Así,
el medio ambiente al comienzo de la vida podría afectar el fenotipo del tejido.
Además, las anormalidades en el tejido adiposo podrían ser inducidas por la
hiperglucemia y, por lo tanto, podría producirse una alteración de las células
ß corriente abajo.
Hígado
El aumento de la producción endógena de glucosa, en su mayoría de origen
hepático, es un factor determinante de la hiperglucemia en ayunas en la DM2. La
falta de supresión de la producción después de comer contribuye a alimentar el
estado hiperglucémico. Los mecanismos subyacentes a esta desregulación son
complejos, involucrando al mayor aporte de sustrato para la gluconeogénesis a
partir de los tejidos periféricos, un efecto de las concentraciones elevadas de
ácidos grasos no esterificados para activar la gluconeogénesis hepática y la
respuesta hepática a las concentraciones elevadas de glucagón. La DM2 se asocia
estrechamente con las enfermedades con hígado graso no alcohólico¾cada una
de las cuales es altamente predictiva de la otra¾y es un factor determinante de su gravedad y la de la esteatohepatitis
no alcohólica y la mortalidad relacionada con el hígado. Sin embargo, el hígado
no parece ser una causa primaria de DM2.
Músculo esquelético y cardíaco
La visión tradicional hace hincapié en un papel patogénico de la
resistencia a la insulina del músculo esquelético en la DM2 pero los autores
creen que hay que replantearse esta idea cuidadosamente. La DM2 es una
enfermedad por inactividad relativa y sobrealimentación, con insuficiencia
corporal para contener con seguridad el exceso energético. Como se mencionó
anteriormente, este fracaso puede ser explicado por la deficiencia de las
células β de los islotes y del tejido adiposo, con la participación secundaria
del hígado. ¿Puede la resistencia a la insulina del músculo en sí representar
un papel causal en la patogénesis de la DM2? La inactividad del músculo
esquelético (falta de ejercicio) sin duda contribuye al exceso energético, pero
esto no es una consecuencia de la resistencia a la insulina. Por el contrario,
la resistencia a la insulina se encuentra corriente abajo de la imposibilidad
de contener el exceso calórico. El músculo esquelético en los individuos con
DM2 está repleto e incluso sobrecargado de nutrientes, de tal forma que
responde con resistencia a la insulina como protección contra la esteatosis o
el estrés metabólico de los tejidos. Incluso con la sobre alimentación a corto
plazo, como tener una "fiesta", los músculos esqueléticos y cardíacos
desarrollan resistencia a la insulina para desviar el exceso de nutrientes y
almacenarlos en el tejido adiposo. Por lo tanto, si los músculos esquelético y
cardíaco tienen un efecto protector contra la toxicidad de los nutrientes, los
intentos de revertirlo directamente sin la desintoxicación concomitante de
nutrientes o su impedimiento para entrar forzosamente en el músculo (por ej.,
insulinoterapia agresiva) podría ser perjudicial.
Sin embargo, una cuestión importante que debe ser considerada aparte de
la resistencia a la insulina es que el número y la función de las mitocondrias
del músculo son deficientes en las personas con DM2 y sus familiares en primer
grado. Esta característica podría tener un origen genético, adquirido al
principio de la vida o, simplemente podría ser una consecuencia de la
inactividad crónica. Los tratamientos que promueven la biogénesis mitocondrial
muscular, la función, o ambas, en lugar de aquellos que aumentan directamente
la sensibilidad a la insulina podrían ser beneficiosos para las personas con
DM2. Los efectos son similares a los del ejercicio, lo que disminuye los
requerimientos de insulina y el agotamiento de las células β. El efecto
indirecto es el mejoramiento de la sensibilidad a la insulina del músculo
esquelético.
Prevención y manejo
La pandemia de DM2 junto con sus costos humanos y económicos elevados no
muestra signos de reducción y, por lo tanto, se requieren con urgencia nuevos
enfoques para prevenir, retrasar la progresión y limitar las consecuencias de
esta enfermedad. Los cambios deben basarse en el conocimiento de la
fisiopatología y la consideración de las nuevas perspectivas de los estudios
genéticos y epigenéticos. Es muy importante tener un enfoque vital global, en
particular para la prevención.
Primeros años de vida
Los eventos y el estilo de vida a una edad temprana podrían afectar
sustancialmente la susceptibilidad a la DM2. La programación fetal y neonatal
podría contribuir mucho a la susceptibilidad a la obesidad, la disfunción
de las células β, el tejido adiposo y el síndrome metabólico. A medida que
estos factores de susceptibilidad adquiridos son potencialmente prevenibles,
los ejes principales de la investigación básica y los estudios de traslación
deberán estar dirigidos a la salud materna, neonatal y primera infancia. Sin
embargo, se deberá tener cuidado de no introducir intervenciones en las etapas
críticas del desarrollo sin evidencia de la seguridad y la eficiencia a corto y
largo plazo. Mientras tanto, hay que promover el mantenimiento de un buen
estado de salud durante la gestación y la primera infancia mediante una dieta
adecuada y ejercicio, buena calidad en la atención obstétrica, neonatal y
pediátrica y apyar la lactancia, sobre todo en los grupos de bajo nivel
socioeconómico que están en mayor riesgo.
Transiciones importantes en la vida
Las poblaciones han hecho una rápida transición del estilo de vida
tradicional a los estilos de vida occidentales y merecen una atención especial
para el aumento desastroso de la prevalencia de la diabetes (el paradigma
ajuste-desajuste de la enfermedad metabólica) como se ha visto en regiones como
Asia. Podría considerarse mejorar los programas de salud pública materna y de
la población pretransición y postransición y educacar a los grupos pertinentes
sobre los riesgos de la adopción rápida de los estilos de vida occidentales.
Diabetes gestacional
Existe una pandemia de diabetes gestacional que acompaña a la pandemia
de obesidad y DM2. Las nuevas recomendaciones de IADPSG para el diagnóstico de
la hiperglucemia en el embarazo incluyen la detección temprana de la diabetes
manifiesta, ya que la mayoría de los casos de diabetes gestacional son
diagnosticadas recién en entre las 24 y 28 semanas de gestación. La mayoría de
las mujeres, por lo tanto, no reciben la dieta y el asesoramiento del estilo de
vida o reciben tratamiento con insulina, si es necesario, hasta el final del
embarazo. Dos ensayos clínicos han demostrado que el diagnóstico y el
tratamiento al final del embarazo se asocian con mejores resultados
obstétricos, pero se desconoce si el riesgo del niño de desarrollar
enfermedades metabólicas más adelante en la vida se reduce. El Australian
Carbohidrate Intolerante Study en embarazadas mostró que, a pesar de que la
intervención estándar para la diabetes gestacional logró disminuir
considerablemente las tasas de macrosomía, no tuvo efecto en el índice de masa
corporal de los niños de 4-5 años.
La ventana de oportunidad para modificar la programación de
complicaciones fetales adversas puede surgir antes de la 28ª semana de
gestación, o los periodos neonatales o en la primera infancia podrían ser
cruciales en la determinación de la salud metabólica posterior, de tal manera
que podría ser necesario un enfoque más amplio para lograr la protección
adecuada. Muchas madres con diabetes gestacional progresan a una diabetes
manifiesta en su vida posterior. En un estudio australiano, el riesgo de
desarrollar DM2 en las mujeres que habían tenido diabetes gestacional fue 9,6
veces mayor a los 15 años que en las mujeres que habían estado embarazadas sin
diabetes gestacional. Deberá evaluarse si sería más útil que los esfuerzos en
salud pública estén enfocados en alentar a las mujeres a adoptar estilos de
vida saludable antes del embarazo, y cuál sería la mejor manera de ayudar a las
madres y sus familias para mantener un estilo de vida saludable después del
embarazo.
Prediabetes
La prediabetes, en la cual la tolerancia a la glucosa, la glucosa en
ayunas o ambas están alteradas, se asocia con un aumento de la probabilidad de
incidencia de diabetes (~ 34% de aumento en el riesgo en 7,5 años) y
enfermedades cardiovasculares (~ 11% en 10 años). El manejo efectivo de la
prediabetes puede prevenir o retrasar la aparición de ambos trastornos. El
estilo de vida (mejoramiento de la dieta, aumento de ejercicio, o ambos) puede
reducir el riesgo de la incidencia de diabetes de 28 a 59%, pero fuera de los
ensayos clínicos la adherencia es un reto. La farmacoterapia con inhibidores de
la α-glucosidasa, la metformina y Las tiazolidinedionas también reduce
efectivamente el riesgo de incidencia de diabetes, pero no está claro si estos
medicamentos son realmente preventivos o el tratamiento de los primeros
síntomas es eficaz. Las elevadas tasas de prevalencia requieren claramente
enfoques de salud pública.
Diabetes establecida
El manejo clínico de la DM2 establecida implica un control óptimo de los
factores que causan complicaciones, como las concentraciones de glucosa y
lípidos en la sangre, la presión arterial, el peso corporal, y el tabaquismo,
así como los controles regulares y el manejo apropiado de las complicaciones
microvasculares (oculares, renales y nerviosas) y las complicaciones
macrovasculares (coronarias, cerebrales y periféricas). Se deben utilizar las
guías para la práctica local, como las recomendaciones de la ADA. El control
glucémico de la DM2 es más dificultoso con el tiempo, a medida que progresa el
deterioro de las células ß de los islotes. Todas las guías actuales para el
tratamiento de la hiperglucemia están en gran parte estructuradas en torno a
esta disminución prevista, con el objetivo principal de mantener niveles
óptimos de HbA1c. La ampliación de los objetivos terapéuticos para contemplar
la reversión de la fisiopatología podría ser ahora posible, como lo sugirió
Defronzo. Los problemas clave para enfocar son el exceso crónico de energía,
incluido el control de la homeostasis de la energía del cerebro, la disfunción
de las células β de los islotes, la salud del tejido adiposo y la distribución
de la grasa y la regulación de la producción de glucosa endógena.
Características
deseadas de los tratamientos para el control glucémico en la DM2
La
terapia, además de lograr la HbA1c objetivo, debe:
• Ser
modificadora de la enfermedad (es decir, revertir 1 o más de los procesos
fisiopatológicos subyacentes)
i) Reducir el exceso crónico de energía ii) Proteger a las células β de los islotes de la insuficiencia progresiva iii) Prevenir la disfunción del tejido adiposo, incluyendo la distribución anormal de la grasa y la inflamación iv) Restaurar la normalidad funcional de las células ß de los islotes y la fisiología de la incretina v) Restaurar la regulación normal de la producción de la glucosa hepática vi) Mejorar la función mitocondrial/metabolismo oxidativo del músculo esquelético vii) Aumentar el gasto energético y la termogénesis • Mantener un buen control metabólico con efectos adversos farmacológicos bajos • Mejorar la calidad de vida de los pacientes • Reducir las complicaciones microvasculares y macrovasculares de la diabetes • Reducir la mortalidad relacionada con la diabetes (incluye las enfermedades cardiovasculares relacionadas) y la mortalidad por cualquier causa |
La reducción del exceso crónico de energía es extremadamente exigente,
ya que está relacionado con el sistema nervioso central y los mecanismos de
recompensa. Todos los pacientes deben mejorar la dieta y hacer ejercicio, con
buenos resultados en el primer año, pero es difícil que dicho éxito se
mantenga. Para las personas con obesidad mórbida debe considerarse la cirugía
bariátrica al inicio de la enfermedad, antes de que la masa de células β de los
islotes quede irreversiblemente dañada. El resultado debe ser la rápida
normalización de la glucosa en sangre. En las personas moderadamente obesas
pueden utilizarse tempranamente los miméticos del GLP-1 (exenatida,
liraglutida), ya que reducen el apetito, promueven la pérdida de peso y
protegen las células β de los islotes.
El GLP-1 tiene múltiples efectos positivos en las células β y el cuerpo:
efecto incretina; efectos antiapoptóticos y proliferativos en las células
β (en los roedores pero se desconoce si tiene el mismo efecto en los seres
humanos); reducción del apetito; absorción más lenta de los nutrientes a través
del retraso del vaciamiento gástrico; posible efecto de protección en el
endotelio vascular. El uso precoz de los miméticos del GLP-1 en los pacientes
con obesidad moderada a severa tiene la promesa de curar a las células β de los
islotes, aunque el desconocimiento del riesgo de los efectos secundarios graves
a largo plazo (tumores malignos, pancreatitis) crea la necesidad de sopesarlos
contra las consecuencias conocidas de un mal control glucémico y la disfunción
progresiva de las células β (por ej., insuficiencia renal, amputaciones y
muerte cardíaca) en los pacientes de alto riesgo. Los esfuerzos para hallar
nuevos tratamientos para la obesidad deben continuar. El trastorno es difícil
de tratar debido a que los agentes con acción sobre el sistema nervioso central
tienen el riesgo de efectos adversos graves, como la depresión.
Para las células β del islote, los miméticos del GLP-1 son los agentes
más prometedores para revertir la fisiopatología. Sin embargo, para los
pacientes menos obesos, el aumento del GLP-1 mediante el tratamiento con
inhibidores de la dipeptidil peptidasa IV, disponible por vía oral, en cuanto
aparece la DM2 puede ser beneficioso, pero estos medicamentos son menos
efectivos con el transcurso del tiempo. Las sulfonilureas no tienen
efectos modificadores de la enfermedad conocidos y, aunque no ha sido demostrado
de manera concluyente, podrían acelerar la declinación de las células β.
También pueden causar aumento del peso e hipoglucemia y, por lo tanto, su uso
debe ser limitado. La metformina y las tiazolidinedionas también podrían tener
algunos efectos de protección directos e indirectos de las células β.
Los únicos agentes disponibles con un efecto curativo que actúan en el
tejido adiposo son las tiazolidinedionas (pioglitazona y rosiglitazona), que
activan el peroxisoma proliferador activado del receptor g, lo que
mejora la diferenciación de las células grasas. Las tiazolidindionas promueven
la expansión del TAS, reducen la lipólisis y la expresión y secreción de las
citocinas como así la inflamación del tejido adiposo y aumentan la
reesterificación de los ácidos grasos y la expresión y secreción de la
adiponectina. Estos medicamentos también logran un buen control glucémico
sostenido en los pacientes con DM2. El uso de las tiazolidinedionas, sin
embargo, puede llevar al aumento de peso (aunque con más TAS saludables que TAV
no saludables), edema, insuficiencia cardíaca y osteopenia con fracturas
distales; la rosiglitazona se asocia posiblemente con efectos cardíacos
adversos. Sin embargo, en dosis bajas podría tener un perfil de seguridad mucho
mejor, mientras sigue manteniendo cierta eficacia. En un estudio de prevención
de la diabetes, 2 mg de rosiglitazona combinada con metformina 500 mg, 2 veces
por día durante 3 años, y un estudio de 12 semanas de 7,5 mg pioglitazona
por día en pacientes con DM2 y mal control glucémico, ambos medicamentos
mostraron beneficios importantes.
La metformina, que disminuye las concentraciones de glucosa,
principalmente a través de su acción sobre la producción de glucosa endógena,
es beneficiosa en los pacientes con DM2. Este medicamento debe seguir
siendo utilizado en combinación con otros fármacos.
La terapia con insulina tiene claramente un lugar en el tratamiento de
los pacientes que se han convertido en deficientes en insulina y tienen un mal
control de la DM2, y posiblemente también en las primeras etapas de la diabetes
establecida, si es utilizada solo durante un corto tiempo. Sin embargo, es poco
claro el beneficio a largo plazo de la insulinoterapia iniciada tempranamente
en el proceso de la DM2. La insulinoterapia no revierte los procesos
fisiopatológicos de la enfermedad y la mayoría de los pacientes ganan peso y
están en riesgo de hipoglucemia. Si la insulinoterapia anula la resistencia a
la insulina en el músculo también tiene el potencial de causar el efecto tóxico
de los nutrientes mediado por la insulina, promoviendo la recaptación de la
glucosa en exceso frente a la elevadas concentraciones de lípidos (efecto
glucolipotóxico). La lesión tisular mediada por la insulina, sobre todo del
corazón, podría haber causado la mortalidad inesperada en el grupo de control
agresivo de la glucemia del estudio The Action Control to Control
Cardiovascular Risk in Diabetes.
Los cambios en las estrategias de tratamiento deben ser apoyados por una
fuerte evidencia. Se necesitan ensayos clínicos cuidadosamente diseñado para
probar nuevos enfoques, especialmente el uso temprano de los miméticos del
GLP-1 o de los agentes inhibidores de la dipeptidil-peptidasa IV en combinación
con los inhibidores de las tiazolidinedionas, en dosis sustancialmente
reducidas. También hay que considerar muy bien la seguridad a largo plazo.
A medida que se avance en el descubrimiento de las funciones patógenas
de los genes y los fenómenos epigenómicos de la DM2, los estudios
farmacogenómicos y farmacoepigenómicos podrían descubrir opciones de
tratamiento que puedan ser adaptadas a cada paciente.
Pacientes delgados y de edad avanzada
Aunque los pacientes asiáticos con DM2 frecuentemente son más delgados
que los de pacientes de otros orígenes étnicos, sigue siendo probable que el
exceso de energía sea la causa de la adiposidad visceral relativa. Sin embargo,
algunos pacientes tienen DM2 sin exceso de energía calórica. Estos
pacientes suelen ser de edad avanzada y probablemente tienen alguna susceptibilidad
a la disfunción de las células β de los islotes, pero la enfermedad también
puede ser causada por la disminución de la función relacionada con la edad. En
estos pacientes se debe excluir la diabetes autoinmune latente del adulto. Los
pacientes adultos delgados no ancianos y que no tienen diabetes monogénica o la
diabetes autoinmune latente del adulto podrían tener mayor susceptibilidad a la
disfunción de las células β. Sería apropiado el uso temprano de la insulina y,
de hecho, en muchos de estos grupos de pacientes es necesario, excluyendo a
aquellos con algunas formas de diabetes monogénica.