“En un momento,
ladrones y policías me apuntaban a mí”
El
dueño de una zapatería de Godoy Cruz fue asaltado e hizo de “escudo
humano” de
uno de los ladrones. Los efectivos actuaron con cautela: no hubo heridos y los
delincuentes fueron detenidos. Es el octavo asalto que sufre el comerciante.
La jornada de ayer no fue una más en la
zapatería "Roly", ubicada a cuadras del Puente Olive de Godoy Cruz.
El ir y venir de gente que entraba al negocio era constante, lo mismo que el
timbre del teléfono fijo y del celular del propietario -y único empleado del
lugar- que no paraban de sonar.
Bien se podría pensar que el movimiento tenía
su origen en ofertas para la nueva temporada o en la presentación de una
colección de zapatos. Pero, en verdad, todos querían enterarse de boca del
dueño qué había pasado la tarde del martes, cuando dos delincuentes entraron al
negocio y lo tomaron de rehén y como escudo humano cuando llegó la Policía.
Hubo dos detenidos.
El atraco comenzó cerca de las 20.30, cuando
Rolando Raed (35) estaba con un vecino en la zapatería que tiene desde hace
nueve años sobre el carril Sarmiento al 1000. "Como me han robado 8 veces,
tengo vecinos que vienen a cuidarme, a hacerme compañía para que no esté
solo", relató Rolando.
El propietario y su acompañante -un hombre de
unos 65 años- estaban frente al mostrador cuando entraron los ladrones. A
Rolando no le hizo falta ver el arma que empuñaba uno para saber que no eran
clientes. "Cuando vi que el que entró último cerró la puerta me di cuenta
de que nos venían a asaltar".
Experto en robos, Rolando enfiló por cuenta
propia al baño, sin recibir orden alguna de los delincuentes. Allí también fue
a parar su vecino, que debió esforzarse para entrar ya que el lugar, además de
pequeño, estaba lleno de cajas. En ese sitio fueron maniatados con precintos, les
robaron todos los objetos de valor que tenían y los encerraron. "Les pedí
que se llevaran todo lo que quisieran pero que no nos hicieran daño. El que
llevaba el arma golpeó en el cuello a mi vecino y yo temía por él porque tiene
diabetes mellitus", agregó Rolando.
Tras eso, los ladrones saquearon el local.
"Se escuchaba que revolvían la caja. Además uno había traído una mochila
con varias bolsas así que cargaron todos los zapatos que pudieron".
Momento
de tensión
La llegada de los ladrones y el repentino
cierre del comercio alertó a los vecinos, que llamaron a la Policía.
"Llegaron en el acto", contó uno de los que se comunicó con el 911.
Como los efectivos encontraron el comercio
cerrado, debieron golpear la puerta, a lo que recibieron como respuesta un
tajante "ya está cerrado".
"Escuchábamos que alguien gritaba desde
la calle pidiendo que abrieran y a los ladrones que se decían entre ellos que
había llegado ‘la gorra’. Por eso, con mi vecino trabamos la puerta del baño
con nuestros cuerpos para que no entraran", siguió. En medio de esa
confusión se escuchó un disparo que, suponen las víctimas, fue hecho por los
ladrones.
Los intentos por permanecer encerrados fueron
vanos: un ladrón logró abrir y fue entonces que tomó como escudo humano a
Rolando. "Me puso adelante suyo; yo aún tenía los precintos. Él caminaba
detrás de mí y simulaba apuntarme con un arma que no tenía".
Tras eso, el ladrón lo obligó a caminar hacia
adelante para salvaguardar también a su cómplice. Ese sí estaba armado y se
abalanzó sobre Rolando con un gesto amenazante. Luego lo obligó a abrir la
puerta.
Afuera, la Policía (eran varios para
entonces) les exigía a los delincuentes soltar las armas y entregarse. Desde
adentro, los ladrones intimaban a los efectivos a retroceder.
"Ese fue el momento de mayor miedo y se
lo dije a los policías. Todos me apuntaban a mí", recordó.
Ante este panorama, los efectivos se alejaron
de la vereda y los ladrones, por turnos, escaparon corriendo. Sin embargo su
suerte ya estaba echada y fueron detenidos a pocos metros del lugar.
Los efectivos les secuestraron un revólver
calibre 38 que no tenía balas, un celular y una mochila. Según la información
policial, se llaman Luis Chevret (38) y Facundo Navarrete Chevret (18).
"Este fue el robo en el que menos plata
se llevaron (90 pesos de la caja) pero en el que más miedo pasé. A veces pienso
que lo mejor es cerrar", terminó Rolando, mientras se aprestaba a relatar
la historia a dos vecinos -los quintos que llegaban en menos de diez minutos-
una vez más.