miércoles, 12 de noviembre de 2014

Diabetes definicion: una pandemia que no deja de crecer

Diabetes definicion: una pandemia que no deja de crecer
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Actualmente hay 382 millones de diabéticos en el mundo. Según proyecciones de la Federación Internacional de Diabetes, en 20 años serán 592 millones. En Argentina, el 10% de la población padece la enfermedad.

Los 382 millones de diabéticos que existen hoy en el mundo serán 592 millones en 2035, según las proyecciones de la Federación Internacional de Diabetes (IDF). En Argentina, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) de 2013, la prevalencia de diabetes creció de 8,4 por ciento en 2005 a 9,6 por ciento en 2009 y 9,8 por ciento el año pasado. Es decir que 10 de cada 100 argentinos tienen esta enfermedad.
Hoy, la diabetes es considerada una “pandemia”, porque afecta a todas las poblaciones del mundo.
Sin embargo, como dice el eminente especialista argentino Mauricio Jadsinsky, “la diabetes no es importante por el número de pacientes afectados, sino por las complicaciones crónicas degenerativas propias de la enfermedad, que crecen segundo a segundo”.
No hay duda de que la diabetes es una enfermedad hereditaria sobre la que influyen factores ambientales determinantes para desencadenar en algún momento de la vida diabetes tipo 2.
La obesidad es el disparador más claro. En el mundo, la combinación de sobrepeso y obesidad alcanzan una prevalencia de 2 mil millones de personas. Si se consideran sólo los obesos, la población afectada son 671 millones de personas. Y más grave aún: se prevé que la prevalencia global de la obesidad se incrementará rápidamente. Ya entre 1980 y 2013 se incrementó un 27,5 por ciento en adultos y un 47 por ciento en niños.
La problemática del sobrepeso y la obesidad en niños en edad escolar ya es sorprendente. En todo Latinoamérica afecta a entre 22,2 y 25,9 millones de niños en edad escolar. Cabe citar los datos de México, donde el 34,5 por ciento de la población infantil padece esta enfermedad; Brasil, con el 33,5 por ciento, y Colombia, con el 18,9 por ciento. 
Según la encuesta nacional de factores de riesgo, en Argentina el sobrepeso pasó de 34,4 por ciento a 35,4 por ciento en 2009 y 37,1 por ciento el año pasado. La obesidad, en tanto, ascendió de 14,6 por ciento a 18 por ciento en 2009 y 20,8 por ciento en 2013.
A esto se suma que el 55,1 por ciento de la población es sedentaria, es decir, no hace actividad física. En 2009, esta cifra era del 54,9 por ciento y en 2005, del 46,2 por ciento. La obesidad y la diabetes son epidemias gemelas. Ambas han aumentado dramáticamente en el mundo y a su vez provocaron un aumento de las enfermedades cardiovasculares. El 44 por ciento de los casos de diabetes son atribuidos a sobrepeso y obesidad y la mortalidad por ambas se duplicó entre 1980 y 2010.
La obesidad puede generar un estado de verdadera insulinorresistencia, es decir que aunque el individuo produzca cantidades adecuadas o inclusive elevadas de insulina, esta no puede cumplir su rol a nivel de los órganos blancos (como el hígado, el músculo y el riñón), en los que la glucosa es clave para las actividades diarias o para almacenarlas como depósitos de energía.
La diabetes mal controlada produce una serie de complicaciones arteriales en distintos órganos, como el corazón, la retina, el riñón, los nervios y arterias periféricas.
Es indudable que las enormes cifras de obesidad, sedentarismo y diabetes preocupan a miles de familias en el mundo y a todos los ministerios de salud.
¿Qué deberíamos hacer entonces? Esta verdadera pandemia no podrá ser atacada sólo con fármacos, por lo que los organismos responsables deberán implementar planes de prevención, comenzando desde los niños pequeños y siguiendo con los adolescentes y adultos.
Estas intervenciones tendrán que poner énfasis en una alimentación saludable, en promover la actividad física para combatir el sedentarismo y chequeos periódicos para el diagnóstico temprano.
La prevención de la diabetes mellitus tipo 2, relacionada directamente con los estilos de vida, puede abarcar distintos niveles. La denominada “prevención primaria” es la que se aplica cuando se intenta evitar que aparezca en la población de riesgo, como por ejemplo los familiares de los diabéticos, las personas que tienen sobrepeso u obesidad, son sedentarios o tienen alteraciones en las grasas sanguíneas, colesterol y triglicéridos e hipertensión arterial. 
La prevención secundaria es la que contempla las acciones que tienden a evitar que el individuo que ya tiene diabetes sufra complicaciones. Finalmente, la prevención terciaria tiene por objetivo evitar la discapacidad y la muerte prematura.
La prevención y el diagnóstico temprano forman parte de la más eficaz lucha contra esta pandemia.
*Jorge Waitman es jefe del Servicio de Diabetes del Hospital Córdoba y director de la carrera de posgrado de médicos especialistas en diabetes de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba.
“Es indispensable ‘bajar un cambio’”
Quique Pesoa, locutor y periodista (64) 
La diabetes se me declara a los 50 años. Hace 14. Ya la venía esperando. Mi madre, mi hermana, mi nona, mis tíos... todos con diabetes. Al principio, solucionable con caminatas y alguna medicación oral. En esos casos, bajar de peso es fundamental. Con el correr de los años, no fue suficiente con esto y hubo que recurrir a la insulina inyectable, algún ajuste en la dieta, continuidad en las caminatas diarias y, fundamentalmente, comenzar a tener en cuenta el factor afectivo, los nervios, el estrés, los cansancios y esas cosas.

Probablemente uno pueda tener una cierta conducta para la administración de la medicación dada por el especialista, pero es mucho más difícil reconocer en uno esas disfunciones de la personalidad que tanto atentan contra nuestra salud, no sólo por tener diabetes. Sabemos perfectamente de qué manera minan nuestro físico todas las cosas negativas en relación con la psique. 

Cuando no tenemos diabetes, eso que llamo “disfunciones” parecerían ser sólo defectos. Está en cada uno solucionarlos o no. En nuestro caso, se transforma en algo peligroso para nuestra salud. Por eso se hace indispensable “bajar un cambio”, pensar en la mejor calidad de vida posible. No solo para uno, también para los que están cerca de nosotros. Ese es otro tema que me preocupa: los demás. No hace mucho tiempo sufrí un desmayo producto de una hipoglucemia. Las causas las podemos analizar en otro momento.

Ahora quiero centrarme en el hecho en sí. Permanecí inconsciente durante esos momentos. En ese período, todos corrían
desesperados tratando de ayudarme, llamando a un médico, los más duchos midiendo la glucemia, dándome agua con azúcar diluida al saber que se trataba de un bajón de glucosa, etcétera. 

Lo que quiero decir es que no sólo tenemos que cuidarnos con celo nosotros mismos, también tenemos la obligación de cuidar a los demás y protegerlos de situaciones como esta.