Diabetes definicion: una pandemia que no deja de crecer
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Actualmente hay 382 millones de diabéticos en el
mundo. Según proyecciones de la Federación Internacional de Diabetes, en 20
años serán 592 millones. En Argentina, el 10% de la población padece la
enfermedad.
Los 382 millones
de diabéticos que existen hoy en el mundo serán 592 millones en 2035, según las
proyecciones de la Federación Internacional de Diabetes (IDF). En Argentina, de
acuerdo con la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) de 2013, la prevalencia
de diabetes creció de 8,4 por ciento en 2005 a 9,6 por ciento en 2009 y 9,8 por
ciento el año pasado. Es decir que 10 de cada 100 argentinos tienen esta
enfermedad.
Hoy, la diabetes
es considerada una “pandemia”, porque afecta a todas las poblaciones del mundo.
Sin embargo, como
dice el eminente especialista argentino Mauricio Jadsinsky, “la diabetes no es
importante por el número de pacientes afectados, sino por las complicaciones
crónicas degenerativas propias de la enfermedad, que crecen segundo a segundo”.
No hay duda de que
la diabetes es una enfermedad hereditaria sobre la que influyen factores
ambientales determinantes para desencadenar en algún momento de la vida
diabetes tipo 2.
La obesidad es el
disparador más claro. En el mundo, la combinación de sobrepeso y obesidad
alcanzan una prevalencia de 2 mil millones de personas. Si se consideran sólo
los obesos, la población afectada son 671 millones de personas. Y más grave
aún: se prevé que la prevalencia global de la obesidad se incrementará rápidamente.
Ya entre 1980 y 2013 se incrementó un 27,5 por ciento en adultos y un 47 por
ciento en niños.
La problemática
del sobrepeso y la obesidad en niños en edad escolar ya es sorprendente. En
todo Latinoamérica afecta a entre 22,2 y 25,9 millones de niños en edad
escolar. Cabe citar los datos de México, donde el 34,5 por ciento de la
población infantil padece esta enfermedad; Brasil, con el 33,5 por ciento, y
Colombia, con el 18,9 por ciento.
Según la encuesta
nacional de factores de riesgo, en Argentina el sobrepeso pasó de 34,4 por
ciento a 35,4 por ciento en 2009 y 37,1 por ciento el año pasado. La obesidad,
en tanto, ascendió de 14,6 por ciento a 18 por ciento en 2009 y 20,8 por ciento
en 2013.
A esto se suma que
el 55,1 por ciento de la población es sedentaria, es decir, no hace actividad
física. En 2009, esta cifra era del 54,9 por ciento y en 2005, del 46,2 por
ciento. La obesidad y la diabetes son epidemias gemelas. Ambas han aumentado
dramáticamente en el mundo y a su vez provocaron un aumento de las enfermedades
cardiovasculares. El 44 por ciento de los casos de diabetes son atribuidos a
sobrepeso y obesidad y la mortalidad por ambas se duplicó entre 1980 y 2010.
De obesidad a el tratamiento de diabetes tipo 2
La obesidad puede
generar un estado de verdadera insulinorresistencia, es decir que aunque el
individuo produzca cantidades adecuadas o inclusive elevadas de insulina, esta
no puede cumplir su rol a nivel de los órganos blancos (como el hígado, el
músculo y el riñón), en los que la glucosa es clave para las actividades
diarias o para almacenarlas como depósitos de energía.
La diabetes mal
controlada produce una serie de complicaciones arteriales en distintos órganos,
como el corazón, la retina, el riñón, los nervios y arterias periféricas.
Es indudable que
las enormes cifras de obesidad, sedentarismo y diabetes preocupan a miles de
familias en el mundo y a todos los ministerios de salud.
¿Qué deberíamos
hacer entonces? Esta verdadera pandemia no podrá ser atacada sólo con fármacos,
por lo que los organismos responsables deberán implementar planes de
prevención, comenzando desde los niños pequeños y siguiendo con los
adolescentes y adultos.
Estas
intervenciones tendrán que poner énfasis en una alimentación saludable, en
promover la actividad física para combatir el sedentarismo y chequeos
periódicos para el diagnóstico temprano.
La prevención de
la diabetes mellitus tipo 2, relacionada directamente con los estilos de vida,
puede abarcar distintos niveles. La denominada “prevención primaria” es la que
se aplica cuando se intenta evitar que aparezca en la población de riesgo, como
por ejemplo los familiares de los diabéticos, las personas que tienen sobrepeso
u obesidad, son sedentarios o tienen alteraciones en las grasas sanguíneas,
colesterol y triglicéridos e hipertensión arterial.
La prevención
secundaria es la que contempla las acciones que tienden a evitar que el
individuo que ya tiene diabetes sufra complicaciones. Finalmente, la prevención
terciaria tiene por objetivo evitar la discapacidad y la muerte prematura.
La prevención y el
diagnóstico temprano forman parte de la más eficaz lucha contra esta pandemia.
*Jorge Waitman
es jefe del Servicio de Diabetes del Hospital Córdoba y director de la carrera
de posgrado de médicos especialistas en diabetes de la Facultad de Medicina de
la Universidad Nacional de Córdoba.
“Es indispensable ‘bajar un cambio’”
Quique Pesoa, locutor y periodista (64)
Quique Pesoa, locutor y periodista (64)
La diabetes se me declara a los 50 años. Hace 14. Ya la venía esperando.
Mi madre, mi hermana, mi nona, mis tíos... todos con diabetes. Al principio,
solucionable con caminatas y alguna medicación oral. En esos casos, bajar de
peso es fundamental. Con el correr de los años, no fue suficiente con esto y
hubo que recurrir a la insulina inyectable, algún ajuste en la dieta,
continuidad en las caminatas diarias y, fundamentalmente, comenzar a tener en
cuenta el factor afectivo, los nervios, el estrés, los cansancios y esas cosas.
Probablemente uno pueda tener una cierta conducta para la administración
de la medicación dada por el especialista, pero es mucho más difícil reconocer
en uno esas disfunciones de la personalidad que tanto atentan contra nuestra
salud, no sólo por tener diabetes. Sabemos perfectamente de qué manera minan
nuestro físico todas las cosas negativas en relación con la psique.
Cuando no tenemos diabetes, eso que llamo “disfunciones” parecerían ser
sólo defectos. Está en cada uno solucionarlos o no. En nuestro caso, se
transforma en algo peligroso para nuestra salud. Por eso se hace indispensable
“bajar un cambio”, pensar en la mejor calidad de vida posible. No solo para
uno, también para los que están cerca de nosotros. Ese es otro tema que me
preocupa: los demás. No hace mucho tiempo sufrí un desmayo producto de una
hipoglucemia. Las causas las podemos analizar en otro momento.
Ahora quiero centrarme en el hecho en sí. Permanecí inconsciente durante
esos momentos. En ese período, todos corrían
desesperados tratando de ayudarme, llamando a un médico, los más duchos
midiendo la glucemia, dándome agua con azúcar diluida al saber que se trataba
de un bajón de glucosa, etcétera.
Lo que quiero decir es que no sólo tenemos que cuidarnos con celo
nosotros mismos, también tenemos la obligación de cuidar a los demás y
protegerlos de situaciones como esta.