Se busca limitar la venta de comida chatarra
Parques y colegios distritales, a dieta
Se radicó proyecto en el Concejo para prohibir la venta de gaseosas y alimentos poco saludables en parques públicos y colegios distritales.
En sintonía con la preocupación que hay en el mundo por el aumento de la obesidad infantil, en Bogotá buscan poner a dieta los colegios distritales. Un proyecto de acuerdo, que radicó la concejala María Fernanda Rojas, busca prohibir la venta de gaseosas y comida chatarra en las instituciones educativas y en los parques públicos. De ser aprobada la norma, se limitaría su comercialización para incentivar la venta de frutas, verduras, bebidas sin azúcares y alimentos bajos en grasas.
La propuesta no es nueva. Varias ciudades del mundo han intentado implementar esta medida para combatir los hábitos de alimentación poco saludables en jóvenes, pero no han tenido éxito (ver “Fracaso en Nueva York”). Incluso, en Bogotá el primer intento por limitar la venta de comida chatarra en los colegios fue en 2007, cuando se radicó un proyecto de acuerdo, que fue archivado. Ahora parece que hay una preocupación mayor y un mejor ambiente en el cabildo para sacar adelante la medida.
“Lo que buscamos va más allá. Queremos es que en los colegios y parques se promuevan un estilo de vida y una alimentación saludable; que se tome conciencia sobre los factores de riesgo detrás de una mala alimentación y que el Distrito adelante campañas pedagógicas con los vendedores de bebidas y alimentos en instituciones educativas distritales y en parques públicos para que fomenten buenos hábitos alimenticios”, dice la concejala Rojas.
Aunque desde 2009 hay una ley que define la obesidad como una prioridad de salud pública, en la que se adoptan medidas para su control, atención y prevención, su aplicación no ha sido tan eficiente. Las tiendas escolares siguen incluyendo alimentos poco saludables que aumentan los factores de riesgo. “Es responsabilidad de las autoridades promocionar ambientes sanos, donde haya armonía entre la actividad física, la educación y alimentos saludables. Aunque existen guías del ICBF de alimentación balanceada, el problema de la obesidad y el consumo desproporcionado de comidas chatarra desbordan las intenciones de las autoridades”, dice el proyecto de acuerdo.
De los 1.015 colegios que hay en la capital, 384 son distritales y cuentan con una población de 887.000 estudiantes matriculados. Además, hay 229 parques y escenarios administrados por el IDRD donde hay permisos para vender alimentos y bebidas. Allí se puede vender casi de todo (menos bebidas alcohólicas o energizantes), pero no hay una guía sobre productos y alimentación sana. “Estos son datos importantes, pues permiten evidenciar el impacto que tendría una medida de regulación a favor de alimentación saludable en el ámbito escolar”, dice el documento.
La concejal soporta su proyecto en cifras oficiales. La Encuesta Nacional de Situación Nutricional señala que una de cada dos personas consume gaseosas o refrescos al menos una vez por semana y una de cada cinco lo hace a diario. Lo que preocupa es que de esta población el 21% son jóvenes entre los 9 y los 13 años, y el 28% están entre los 14 y los 30 años. En los últimos cinco años la demanda de bebidas azucaradas aumentó casi 40% y ahora las empresas que comercializan estos productos reportaron ventas anuales por casi $12,5 billones.
Según el Ministerio de Protección Social, la tasa de muertes por enfermedades cardiovasculares en Colombia es de 383 personas por cada 100.000 habitantes, convirtiéndose en la principal causa de muerte en el país. Una de las razones es el exceso de peso relacionado con el alto consumo de comida chatarra y bebidas azucaradas. En el país, el 34,6% de la población presenta sobrepeso y el 16,5% padece obesidad. Al sumar estos indicadores (51,2%) la conclusión es que una de cada dos personas tiene algún grado de sobrepeso.
“La ingesta de bebidas azucaradas y comida chatarra puede considerarse un tema de salud pública, al encontrarse relacionada con la aparición de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, cuadros glicémicos, lipídicos y diabetes. Estos productos contienen generalmente altos niveles de grasas, sal, condimento y azúcares, y aunque no podemos decir que la obesidad y las enfermedades adyacentes son causadas en su totalidad por la comida chatarra, otra posible causa es la vida sedentaria que han adoptado los niños en la actualidad, fatal combinación para su salud”, dice el proyecto de la concejal.
El proyecto concluye que el Distrito está en la obligación de intervenir a través de la regulación y vigilancia de la venta de estos productos, por medio de las entidades competentes, especialmente el IDRD, la Secretaría de Salud y la Secretaría de Educación, para contrarrestar esta problemática de salud pública.
Fracaso en Nueva York
En 2012 el exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, prohibió la venta de bebidas azucaradas de más de 16 onzas en todos los restaurantes, teatros, parques, lugares de conciertos, carros de comidas y tiendas de barrio de la ciudad. La propuesta levantó ampolla, no sólo en la industria de las bebidas, sino igualmente en los sectores de las tiendas y los restaurantes, lo que generó un pleito legal que terminó a favor de la industria. En junio pasado, un tribunal echó al traste la medida al señalar que la orden excedía “el alcance de la autoridad reguladora del ayuntamiento”. Los demandantes argumentaban que la medida era discriminatoria, porque solo afectaba a los establecimientos sometidos a regulación del Departamento de Salud municipal, lo que dejaba en el mercado otros envases de gran tamaño.