Escasez y altos precios complican las dietas especiales.
Los celíacos, los diabéticos y las personas con síndromes dentro del espectro autista, entre otros casos, tienen dificultades para hallar alimentos indicados para sus condiciones de salud. No solo deben lidiar con la escasa oferta de productos especializados, sino que además deben invertir grandes sumas de dinero para adquirir lo poco que hay. La mayor parte de los productos son importados y no son considerados como artículos de primera necesidad.
Las personas con autismo deben consumir alimentos libres de gluten y caseína, porque son elementos que potencian la hiperactividad. Ruth Pardo, madre de un joven con síndrome de Asperger, emplea por lo menos una tarde semanal en la preparación de harina de arroz. El proceso para producirla es laborioso. Tuesta tres veces los granos en el horno y luego los muele en otras tres ocasiones.
“Cuando compro harina de maíz trato de no gastarla en el resto de la familia para poder dársela a él. Una sola empresa garantizaba que la harina estaba libre de gluten, pero cada vez está más difícil conseguirla. En la calle un paquete de 400 gramos de pasta cuesta 48 bolívares, medio kilo de helado 400 bolívares. Hay galletas que son carísimas, hay que usar el ingenio para vivir”, dijo.
Pardo agregó que aparte de la escasez de harina libre de gluten y del costo de otros alimentos también debe recorrer varias farmacias en busca de medicamentos como magnesio, vitamina C y ácido fólico.
Dieta costosa. Deyanira Mezzoni, secretaria de la Fundación Celíacos de Venezuela, recuerda que la falta de maíz los afecta porque el alimento es insustituible en su dieta.
“La alimentación es nuestra medicina. La alimentación del celíaco en todo el mundo generalmente es más costosa, eso también está sucediendo en Venezuela porque la producción es casi artesanal y la mayoría de los alimentos son importados”, dijo.
En el caso de los celíacos la atención a lo que se come es clave. Aunque se ofrezca una marca específica de harina de maíz o de aceite de girasol, recomendados en su dieta, no todos los fabricantes garantizan que sean libres de trazas de trigo, causante de su afección. Por esa razón las limitaciones son mucho mayores que para el resto de la población. Por otra parte, las empresas dedicadas a la producción tampoco cuentan con materia prima como almidón de yuca o de papa por el alto costo que representa su importación.
La presidenta de la Asociación Venezolana para el Estudio de la Obesidad, Imperia Brajkovich, resaltó que cada vez es más complicado para los diabéticos seguir una dieta balanceada y libre de azúcar.
“El diabético come verduras y frutas; pero si no consigue, no hay forma de solucionar, no hay con qué solucionarlo. Eso complica el control glicémico a través de los alimentos. El pavo, la carne, el pollo y el pescado son costosos también. Las proteínas son muy costosas y se recurre a carne de segunda y tercera, y carbohidratos, arepas y mantequilla, al no llevar una dieta balanceada le descontrola el peso, la glicemia se descontrola y sube”, afirmó.
Calidad reprobada
La inmunóloga y pediatra Lorena Benarroch advirtió que alimentos como frutas y vegetales, que se presentan como la principal opción para seguir dietas sanas y balanceadas, no cumplen con los estándares de seguridad alimentaria. La mayoría son fumigados varias veces y esas toxinas afectan a quienes lo consumen.
Benarroch, médico de la Red Nacional de Inmunodeficiencias Primarias, señaló que se incrementó el número de consultas de niños con intoxicación, inmunodeficiencias y problemas metabólicos debido a la ingesta de alimentos vendidos cerca de bombas de gasolina.
“Las aguas profundas en muchos sitios tienen productos de hidrocarburos.
En Venezuela no se siguen las normas. La papaya es fumigada 15 veces y esos contaminantes los come la persona. No rotan los cultivos y eso disminuye el valor nutritivo, se pierde la calidad de lo que hemos consumido. Aumentaron los casos de problemas de desarrollo metabólico e hiperactividad, de aprendizaje en lenguaje”, advirtió.
La especialista recomendó comer frutas y vegetales que se puedan pelar o remojarlos en agua para eliminar los residuos químicos.