martes, 13 de enero de 2015

El estrés o diabetes en el embarazo lo sufre el bebé

El estrés o diabetes en el embarazo lo sufre el bebé
Diabetes En El Embarazo
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Consecuencias. Las prematuras y el bajo peso al nacer son los efectos más conocidos. También repercute en el nauro desarrollo, diabetes gestacional las emociones y el comportamiento.

No dudo en indicar licencia a una paciente embarazada si el diagnóstico es estrés laboral, porque así resguardo su salud y la de su hijo”, manifestó Pablo Cólica durante una jornada sobre el tema desarrollada en noviembre pasado.

“La sociedad debe tomar conciencia sobre esto –agregó–, porque constituye el futuro de la prevención en salud”.
Cólica es presidente honorario de la Asociación de Medicina del Estrés y Psicoinmunoneuroendrocrinología y director del curso de posgrado en Medicina del Estrés y Pine Clínica de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Las embarazadas pueden estar sometidas, como cualquier persona, a sobre exigencias, acoso laboral o mobbing (aislamiento y humillación por acosadores que pueden ser sus pares o superiores), violencia de género, embarazos no deseados, despidos (en los casos de trabajo informal), pérdida de un ser querido, entre otras causas que pueden provocar estrés.
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¿Qué consecuencias tiene? “El estrés prolongado desequilibra hormonas, neurotransmisores y las defensas de la madre y esto afecta en el neurodesarrollo”, indicó Cólica.
Emociones intrauterinas
Varios estudios se vienen realizando para determinar las consecuencias del estrés en la embarazada y el futuro de su bebé.
En la década del ‘80, el epidemiólogo inglés David Barker enunció su teoría de la “programación fetal”, que proponía que el ambiente que rodea al feto y al niño determina las patologías que tendrá en su vida. Ese ambiente, según Barker, está influenciado por la nutrición de la madre y la exposición del bebé a infecciones después del nacimiento. Esta hipótesis fue uno de los puntapiés que llevó a posteriores investigaciones y a la hoy difundida idea de que las enfermedades crónicas como cáncer, patología cardiovascular y diabetes gestacional no siempre se deben a un fallo en los genes ni a un estilo de vida poco saludable, sino que también incide la calidad del desarrollo en el útero y en la temprana infancia.
En mayo de 2007, la revista científica Clinical Endocrinology publicó un estudio en el que sugiere que el estrés durante el embarazo puede afectar al bebé, tanto en su vida intrauterina como en su posterior desarrollo.
Previamente, investigaciones en animales habían mostrado que niveles altos de estrés durante la gestación pueden afectar las funciones del cerebro y la conducta de los hijos.
Hoy se tiene en cuenta que el cortisol –hormona del estrés– pasa al feto a través de la placenta. Junto a otras hormonas “pueden alterar la expresión de neurotransmisores, neuromoduladores y sus receptores”, puntualizó Cólica.
“Inundación de adrenalina”
“Con el estrés se produce una inundación de adrenalina, esto hace que haya vasoconstricción y pone en peligro la placenta, porque acelera su envejecimiento”, agregó. De hecho, la prematura es uno de los efectos más citados con relación al estrés en el embarazo.
“Los chicos que nacen después de eso –explicó– pueden manifestar bronquiolitis, asma o urticarias”.
Eduardo Halac, profesor adjunto de la Cátedra de Clínica Pediátrica, Neonatología y Adolescencia de la UNC, retomando la hipótesis de Barker, dijo que “lo que ocurrió en el útero deja huellas”. El estrés prolongado de la embarazada “incide en la reducción del tamaño del bebé al nacer y tiene un riesgo aumentado de aborto”.
“En el lactante –agregó– puede haber alteraciones en la atención, irritabilidad y menor puntaje intelectual”. “Al crecer, pueden ser chicos con hiperactividad y con problemas emocionales y de conducta. En la adolescencia y adultez, pueden sufrir bulimia y anorexia, obesidad, consumo de alcohol y drogas, esquizofrenia y depresión severa”, señaló.
Por su parte, María Elisa Arrebillaga, magíster en neuropsicología y presidenta de Fundación Apinep, manifestó que “el estrés de la madre gestante impactará en el desarrollo neurológico del bebé, haciéndolo vulnerable a incorporar estímulos del medio, con tendencia al predominio excitatorio”.
Y agregó: “En consecuencia, los aprendizajes serán poco estables, con respuestas arbitrarias y con baja adaptación a la entrada simultánea de información”.

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Decodificación
En muchos niños alérgicos, por ejemplo, se da una dificultad para decodificar sensaciones, sentimientos y malestar, llamada alexitimia. Estos chicos suelen tener asma grave y son reticentes al tratamiento. Los componentes afectivos de la alexitimia están marcados por la relación con la mamá en la primera infancia, incluso cuando el niño todavía no puede hablar y es ella quien se da cuenta (o no) de sus necesidades. Esto se debe a que la envoltura sensorial que hace la mamá regulariza las emociones del bebé y niño para el resto de la vida, según Boris Cyrulnik, neurólogo y psicoanalista francés.
Se libera oxitocina en la piel que es la que establece los lazos afectivos entre la madre y el bebé y esto estimula endorfinas y dopaminas en el cerebro del niño y hace que crezca modulando sus emociones.
Cómo mejorar la calidad de vida
El estrés crónico no es bueno para nadie y cuando se trata de una mujer embarazada, ella y el entorno deben tratar de evitarlo o apaciguarlo todo lo que sea posible.
Cuando los factores estresores provienen del trabajo y particularmente en situaciones de acoso laboral, “la gestante debería solicitar licencia con el fin de protegerse”, indica la neuropsicóloga Cecilia Schwartz.
Como es natural, también hay motivos personales (de índole familiar, conyugal, etcétera), que pueden alterar. En estos casos, la especialista recomienda que la embarazada busque sostén afectivo y apoyo con psicoterapia. Agrega que también son útiles técnicas antiestrés como la práctica de relajación, respiración y la denominada “mindfulness”.
No se recomienda medicar con psicofármacos a las embarazadas, por lo que podrían ayudarla medicamentos sedativos naturales como té de tilo y otras hierbas.
“Solo en situaciones extremas, con una fuerte base ansiosa, que lleven a un descontrol de la ansiedad, se podrían indicar dosis muy bajas de ansiolíticos”, señala.