Diabetesinfantil: el presente del mundo
Diabetes Infantil
Es lugar común
decir que los niños son el futuro. Si bien la aseveración es más o menos
cierta, parecería omitir el hecho de que los infantes de hoy tienen problemas
que reclaman soluciones urgentes:
¿Cuántos
niños llegarán a la adultez en plenitud, gozando de salud, educación y
oportunidades de desarrollo y calidad de vida?
La diabetes en niños y adolescentes es un serio problema de salud pública que crece en todo el
mundo y que aqueja tanto a las naciones ricas como a las pobres en las zonas
urbanas y rurales. Es un padecimiento que deteriora las funciones básicas de
diversos órganos vitales y que puede provocar la muerte. Asimismo, es
importante destacar que si bien existen tres tipos de diabetes, de las que una
aqueja preferentemente a los infantes, hay otra más que antaño era inusual que
se presentara en personas tan jóvenes y que hoy ya constituye una enfermedad
recurrente. Hay un tercer tipo de diabetes que compromete la salud de los infantes
desde que se encuentran en el vientre materno.
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¿Qué es la diabetes y qué tipos de diabetes existen?
La diabetes es un
padecimiento de larga data, que se ha propagado intensamente en décadas
recientes en todos los países y sociedades, independientemente de su nivel de
desarrollo. Es una enfermedad crónico-degenerativa que ocurre cuando el cuerpo
es incapaz de producir insulina o la que genera es insuficiente para procesar
la glucosa que emana de los alimentos consumidos. La insulina es una hormona
que produce el páncreas y posibilita que la glucosa de los alimentos se
transforme en la energía que el organismo necesita para el óptimo
funcionamiento de los músculos y los tejidos.
Las personas
diabéticas no logran procesar o absorber la glucosa, por lo que ésta permanece
en la sangre y a su paso por órganos vitales los va deteriorando. La sangre, al
circular por el cuerpo, va mermando diversos órganos como los riñones, los
ojos, el corazón, y además retarda la cicatrización de las heridas, tema
particularmente importante cuando se padece alguna lesión en los pies.
La diabetes en
México es la principal causa de ceguera y de amputaciones de las extremidades.
Asimismo, es responsable de buena parte de los casos de insuficiencia renal e
infarto al corazón, amén de que coadyuva a otras patologías. La diabetes no es
curable pero se puede controlar.
Existen tres tipos
de diabetes: la diabetes tipo I, la diabetes tipo II y la diabetes gestacional.
La primera afecta especialmente a niños y adultos jóvenes. Lo que la diferencia
de otros tipos de diabetes es que el propio cuerpo destruye las células beta
que se encuentran en el páncreas y que son responsables de producir la
insulina. Las personas que la padecen requieren diariamente dosis de insulina a
fin de controlar los niveles de glucosa. Es por esto que también se le conoce
como diabetes insulinodependiente. Se desconocen bien a bien las razones por
las que aparece, pero entre los síntomas figuran sed anormal y sequedad en la
boca, micción (orina) frecuente –porque el cuerpo busca deshacerse del azúcar
excedente–, falta de energía y cansancio, hambre constante, pérdida de peso,
cicatrización lenta de las heridas, infecciones recurrentes y visión borrosa.
Una persona con diabetes tipo I que no recibe la dosis de insulina requerida
puede morir.
El segundo tipo es
la diabetes de mayor incidencia en el mundo. La Federación Internacional de
Diabetes (FID), creada en 1950 y con sede en Bruselas, Bélgica, estima que la
diabetes tipo II representa entre el 85 y el 95% de todos los pacientes
diabéticos en los países desarrollados, mientras que en las naciones en
desarrollo el porcentaje es aún mayor.1 En este caso, el páncreas produce
insulina en cantidades insuficientes o bien, la que produce no es adecuada para
procesar la glucosa existente, por lo que ésta se acumula en la sangre. Los
síntomas son semejantes a los de la diabetes tipo I, aunque en la tipo II se
conocen las razones que la originan, entre las que destacan: la obesidad, la
mala alimentación, la inactividad física, la edad avanzada, antecedentes
familiares, el grupo étnico –dado que hay ciertos genes en determinadas
poblaciones, como ocurre con los mexicanos, que tienen predisposición a
padecerla– y la alta glucosa en sangre durante el embarazo, la cual suele
transmitirse al bebé.
Es importante
destacar que si bien la diabetes tipo II ha sido un padecimiento muy frecuente
en adultos, los estilos de vida imperantes en el seno de las familias –por
ejemplo, una dieta a base de alimentos procesados, una vida sedentaria, la
obesidad y el sobrepeso, etcétera– están afectando a los más pequeños, por lo
que ya es muy frecuente encontrar niños y adultos jóvenes con este tipo de
diabetes. Una diferencia respecto a la diabetes tipo I, es que ante la diabetes
tipo II los pacientes no requieren de insulina para sobrevivir. En muchos
casos, inclusive, basta con que las personas afectadas realicen mayor actividad
física y transformen su dieta para controlar la enfermedad. En otros, es
necesaria la ingesta de medicamentos como la metformina. En casos extremos,
cuando estas medidas no reducen la cantidad de glucosa en la sangre, es
necesario el consumo de insulina.
La diabetes
gestacional se produce durante el embarazo. Ocurre que las mujeres embarazadas
desarrollan cierta resistencia a la insulina y, por lo tanto, se elevan los
niveles de glucosa. La diabetes gestacional suele ocurrir cuando el embarazo se
encuentra avanzado, alrededor de las 24 semanas. Se piensa que lo que la
produce son las hormonas que se encuentran en la placenta, que bloquean la
acción de la insulina. Dado que el feto está bien formado para el momento en que
suele producirse, el riesgo de que la enfermedad le sea transmitida por la
madre es menor, respecto a las mujeres que padecen la diabetes tipo I o la tipo
II antes del embarazo. Sin embargo, si una mujer desarrolla diabetes
gestacional a las 24 semanas de embarazo, es importante recordar que el bebé
sigue creciendo, por lo que los altos niveles de glucosa en la sangre pueden
tener graves consecuencias para la madre y el feto.
Se sabe que la
diabetes gestacional lleva a que el bebé crezca más de lo normal, por lo que
los partos “naturales” no siempre son posibles, o bien, si se llevan a cabo,
pueden provocar serias lesiones al bebé. Luego entonces, la cesárea se vuelve
necesaria, pero es una opción riesgosa, no solo por los problemas de
cicatrización que la propia enfermedad genera, sino porque es frecuente que la
presión arterial de la madre se eleve de manera exponencial, lo que podría
provocar su muerte. Asimismo, la opción de una cesárea en zonas rurales no es
factible, debido a que la infraestructura hospitalaria suele ser deficiente.
Así, la posibilidad de que la madre y el bebé mueran por un parto obstruido es
muy alta. Si bien tras el alumbramiento los niveles de glucosa en la sangre de
la mujer suelen volver a la normalidad, existen muchas posibilidades de que más
adelante desarrolle la diabetes tipo II. Asimismo, los bebés que nacen de
madres con diabetes gestacional tienen más posibilidades de presentar diabetes
tipo II en la adolescencia o adultez temprana.
Los distintos
tipos de diabetes pueden afectar de manera directa a los infantes, incluso
desde que se hallan en el vientre materno. En 2013 más de 21 millones de niños
nacidos vivos se vieron afectados por la diabetes durante la gestación. Por lo
se requiere una estrategia integral para atender este serio desafío de salud
pública.
Algunas cifras
Según la FID, en
2013 existían en el mundo 382 millones de personas con diabetes. Se estima que
el número de individuos aquejados por esta enfermedad seguirá creciendo de
manera que hacia el 2030, alrededor de 592 millones de personas la padecerán,
lo que significará un incremento del 67%. En la actualidad, de los 382 millones
de personas que tienen el padecimiento, el 44%, o bien 171 millones, desconocen
que lo posee, dado que los síntomas tardan en aparecer. Empero, cuando éstos se
manifiestan, a menudo ya hay un daño severo a órganos y funciones vitales
humanas lo que disminuye la calidad de vida de las personas y sus familias, y
reduce la esperanza de vida de quienes la padecen.
A esto hay que
añadir que en 2013 la diabetes fue responsable de 5.1 millones de decesos en
todo el planeta –cifra equivalente a la población total de Noruega–. Asimismo
se estima que cada seis segundos se produce un deceso por diabetes en algún
lugar del mundo.
En el gráfico
anexo están a los 10 países con más diabéticos en el mundo. La lista la
encabeza la República Popular China, que a la par del vertiginoso crecimiento
que ha mostrado en décadas pasadas ha venido modificando sus estilos de vida en
favor de los de tipo occidental, lo que naturalmente ha repercutido en la salud
de su población. Aun cuando se trata de la nación más poblada del planeta, esa
nación cuenta con una cantidad impresionante dediabéticos, equiparable al 85%
del total de la población mexicana. En la lista le sigue India, la segunda
nación con mayor demografía a nivel planetario. Estados Unidos, Brasil y la
Federación Rusa ocupan el tercer, cuarto y quinto lugar, respectivamente, y
detrás de ellos figura México, con un estimado de 8.7 millones de diabéticos.
El gráfico corrobora el planteamiento inicial del presente ensayo: la diabetes
aqueja lo mismo a países de altos niveles de desarrollo como a aquellos que no
los tienen.
Adicionalmente, la
FID advierte que lejos de ser un problema de salud esencialmente urbano, la
diabetes rápidamente se ha propagado en las zonas rurales, y las comunidades
indígenas figuran entre los sectores de la población más vulnerables, debido a
la marginación que enfrentan y el difícil acceso a los cuidados médicos que
requieren.2
Los costos de los
tratamientos médicos para los pacientes con diabetes son muy altos. En 2013,
por ejemplo, el gasto mundial en diabetes para las personas en los rangos de
edad de 20 a 79 años ascendió a 548 millones de dólares y para 2030 la
erogación habrá aumentado a 627 millones. Quienes destinan mayores recursos a
este fin son América del Norte –que incluye solo a Estados Unidos y Canadá– y
el Caribe, quienes son responsables de la mitad del gasto total en tratamientos
para la diabetes a nivel mundial. En contraste, Asia, donde se encuentran tres
de los 10 países más diabéticos del planeta, solo destina el 1% de su gasto
total en salud para atender el padecimiento. Además, dado que el 80% de los
diabéticos en el planeta residen en países de ingresos medios y bajos, es
evidente que dicha enfermedad tiene un efecto devastador en términos
presupuestales para los programas de salud de esas naciones, puesto que hay
también otras enfermedades y prioridades sanitarias que deben atender. A nivel
local, la diabetes tiene un efecto empobrecedor en las familias debido a que,
ante la incapacidad de los sistemas de salud de garantizar atención y cobertura
adecuadas, los pacientes deben desembolsar sus recursos para lidiar con este
flagelo.
A ello, súmese que
la mayoría de las personas que padecen diabetes tienen entre 40 y 59 años de
edad, lo que incide directamente en la economía de las naciones, por tratarse
de una edad productiva y porque los pacientes enfrentan diversas discapacidades
que les impiden desenvolverse de manera óptima en la vida laboral.
Diabetes en niños y la problemática en México
La diabetes es la
enfermedad no transmisible más frecuente en la infancia, aun cuando las cifras
referidas anteriormente parecerían sugerir que se trata de un problema menor
respecto a la prevalencia y la incidencia en adultos. Cada año crece la
incidencia de esta enfermedad en los pequeños a una tasa promedio de 3.9%.
Empero, se observan diferencias importantes por grupos de edad. Así, en el
rango de 0 a 4 años, el incremento de casos nuevos se produce a razón del 5.4%
anual; de 5 a 9 años en un 4.3%; y entre los 10 y los 14 años en un 2.3%.3
Hasta hace no
mucho era la diabetes tipo I la que aquejaba a los infantes. Sin embargo, cada
vez se presentan más casos nuevos de diabetes tipo II en menores de 20 años.
De continuar
tendencias, en 2020 el número de niños diabéticos se habrá duplicado respecto a
las cifras imperantes en 2005 en menores de 5 años, en tanto que entre los
menores de 15 años la proporción de crecimiento será del 70%. Es decir que, por
lo menos hasta 2020, cada año se registrará un incremento de la enfermedad en
los niños, de manera que la cifra rondará los 160 mil casos nuevos a fines de
la presente década.4
¿Cuál es la
problemática en México? Además de las cifras que reporta la FID, en que se
registran 8.7 millones de mexicanos con el padecimiento, el 90% de los cuales
enfrenta la diabetes II, es importante recordar que esta enfermedad es la
primera causa de muerte en México desde el año 2000 hasta la actualidad. En el
sexenio pasado, alrededor de medio millón de mexicanos perdieron la vida a
causa de la diabetes.
Hay que referir
que el país enfrenta un problema en el registro de las defunciones, dado que si
bien existe un formato sugerido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y
por la Secretaría de Salud (SSA) que dieron lugar a la Norma Oficial Mexicana
NOM-040-SSA2-2004, a menudo no se reporta correctamente la razón por la que una
persona fallece. Ello tiene relevancia estadística dado que impide documentar
correctamente el estatus que las enfermedades y otras causas de muerte –como
los homicidios, los accidentes de tránsito, etcétera– presentan en el país, lo
que podría incidir en las políticas públicas destinadas a atender a cabalidad los
problemas subyacentes.5
Pese a aquel
problema, la diabetes es considerada el principal problema de salud pública a
nivel nacional. En el cuadro anexo, la FID corrobora el pronóstico de que el
número de casos nuevos seguirá creciendo en el país, de manera que hacia 2035,
México será el quinto más diabético del mundo, con alrededor de 15.7 millones
de enfermos, lo que significará un aumento del 55% respecto a 2013.
Otros datos: en
México cada hora son diagnosticadas con la enfermedad 38 personas, en tanto
cada 2 horas mueren 5 personas por complicaciones relacionadas con la diabetes.
Los 10 principales países con el mayor número de diabéticos (20-79 años)
en 2013 y 2035
Pero, ¿qué ocurre
con los niños? El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) calcula que en el
país existen 400 mil niños menores de 15 años con diabetes tipo I y tipo II, es
decir que del total de quienes padecen la enfermedad en México, el 5% son
infantes, y esa proporción aumentará en los años por venir.6 La expectativa del
crecimiento de la diabetes en los pequeños se basa en otro dato: México ocupa
el primer lugar en obesidad infantil a nivel mundial. Según la Encuesta
nacional de salud 2012, el 32% de las niñas y el 36.9% de los niños en edad
escolar básica, esto es, entre 5 y 11 años, padecen sobrepeso u obesidad, como
resultado de los estilos de vida obesogénicos, incluyendo la ingesta de
alimentos con alto contenido calórico.
Entre las causas
que explican la alta mortalidad generada por la diabetes en México figuran la
falta de políticas de prevención y de atención médica, mala asistencia y los
altos costos de los tratamientos. La infraestructura hospitalaria es deficiente
y las clínicas especializadas en el tratamiento de la enfermedad son escasas. A
los pacientes pocas veces se les da una atención integral y a menudo, tras el
diagnóstico, se procede a únicamente a prescribir medicamentos a fin de paliar
los efectos de la alta concentración de glucosa en la sangre. Si bien el
gobierno de Enrique Peña Nieto dio a conocer en 2013 la Estrategia nacional
para el control del sobrepeso, la obesidad y la diabetes7, resulta insuficiente
en función de los recursos y la infraestructura requeridos. A la fecha, se
calcula que el gobierno federal destina 9 mil 500 pesos al año para atender a
cada paciente diagnosticado con diabetes.8 Pero si se considera que la diabetes
es una enfermedad crónico-degenerativa, esa erogación resulta a todas luces
insuficiente, considerando no solo los costos de medicamentos, glucómetros,
lancetas, tiras reactivas, etcétera, sino los tratamientos para los
padecimientos asociados. Parte del problema estriba también en la falta de una
estrategia nacional de salud, en la que el sobrepeso, la obesidad y la diabetes
sean dimensionados de manera integral.
A la fecha
se observan solo algunos esbozos para reconocer la problemática de la diabetes
infantil, puesto que el enfoque, si bien pretende ser incluyente, no contempla
medidas especiales para los grupos más vulnerables, entre quienes figuran los pequeños.
Los niños, en general, mantienen una dependencia respecto a los adultos,
quienes, ciertamente, operan –o deberían serlo– como agentes responsables de la
procuración de su bienestar, sustento y calidad de vida. Sin embargo, donde hay
un niño o niña con diabetes, seguramente hay un familiar adulto que también
padece la enfermedad y que podría o no tomar las medidas pertinentes para
controlarla. Los estilos de vida poco sanos de los infantes reproducen los de
los adultos con quienes conviven, muchos de quienes, padeciendo la enfermedad,
ignoran que la tienen y cuando lo saben, no necesariamente se comportan con
apego al tratamiento requerido.
La diabetes
trasciende al individuo: es una patología familiar y social y, en el caso de
los niños, afecta su entorno inmediato, su desempeño escolar, su participación
en la comunidad, etcétera. Existen numerosos registros que documentan la
discriminación y el bullying que enfrentan los pequeños en la escuela y otros
ámbitos, cuando se les diagnostica el padecimiento. Además, el impacto
psicológico de saberse enfermos abona a favor de su exclusión o autoexclusión,
pudiendo dar pie a trastornos en la personalidad de los infantes, justo en
etapas formativas tan importantes en sus vidas.
Es necesario
contar con una estrategia integral en materia de salud, dado que si solo se
pone énfasis en suministrar medicamentos a los pacientes diabéticos sin atacar
los malos hábitos alimenticios y sin ponderar el contexto socioeconómico en que
se desenvuelven, la enfermedad seguirá avanzando más rápido que los esfuerzos
por contenerla y, sobre todo, prevenirla. Dicho esto, será importante contar
con más clínicas y hospitales especializados en la salud de los infantes, en
general, y de aquellos que padecen diabetes en particular, con un enfoque
integral y multidimensional en que se atiendan las causas y las consecuencias
de la gran pandemia en el siglo XXI.