jueves, 20 de noviembre de 2014

Tener diabetes no impide llevar una vida normal

Prevencion De Diabetes

Tener diabetes no impide llevar una vida normal

Se estima que 9% de los salteños padece esta enfermedad. Los profesionales y quienes la padecen aseguran que es una dolencia que puede controlarse.
Desmayos, mareos, debilidad, sed insaciable, ganas de orinar excesiva y una pérdida de peso rápida son algunos de los síntomas que puede tener cualquier tipo de diabetes.

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Brian Roldán, Ángela Pereyra y Saud son tres jovencitos que comenzaron a convivir a muy temprana edad con la diabetes. Hoy llevan una vida como la de cualquier otra persona, que cuida de su salud. Todos ellos coincidieron en que no es tan difícil como parece, y lo que se debe hacer es llevar una vida equilibrada.
Maritza Ortega Requena es la madre de Ángela. Ella junto a otros padres de chicos con diabetes formaron el grupo Padres de Adolescentes y Niños Diabéticos de Salta. En este espacio, y con el apoyo de un grupo de profesionales, buscan guiar a niños, jóvenes y padres para tener una vida sana con diabetes. En dialogo con El Tribuno, cada uno de ellos contó cómo descubrieron la enfermedad, cómo lograron controlarla y cómo es su día a día.
Brian Roldán tiene 18 años. Hace dos años que tiene diabetes. Tiene cinco hermanos y ninguno de ellos padece esta enfermedad. "Me enteré que tenía diabetes porque tuve un pérdida de peso importante. Entonces, junto con mi mamá fuimos al médico. En ese momento me confirmaron que tenía un debut diabético", comenzó contando este jovencito que está a semanas de terminar el secundario y que además asiste a clases de apoyo de matemáticas. Es que saber que tenía cualquier tipo de diabetes y que debía tener algunos cuidados no afectó el resto de las actividades que hace diario. De hecho ya planifica el próximo año, quiere estudiar para ingeniero químico.
"Comencé a tener un mal funcionamiento en el páncreas y bueno... Ahora lo que hago es cuidarme un poco en la comida, nada fuera de lo común, además me coloco insulina y me controlo la glucemia con el apurativo", explicó en forma resumida cómo es convivir con esta enfermedad.
Tal vez por su edad y por la forma que tiene de ver la vida, Brian lleva la diabetes con total naturalidad, pero en casa, y principalmente su madre, no lo vivieron de la misma forma. "Cuando me diagnosticaron mi mamá estaba muy asustada. Me acuerdo que no sabía qué cocinarme y de pronto empezó a hacer cosas raras, como zapallitos hervidos, y yo me puse a investigar y a mostrarle que la sal no tenía nada que ver y que lo que debía evitar eran los carbohidratos. Ahora ya le agarró la mano", contó alegre y aliviado.
Ángela Pereyra es uno de los casos más representativo de que se puede vivir con diabetes. Hoy tiene 21 años pero hace 18 que es diabética. "En mi caso, que tengo la enfermedad desde muy chica, es un aspecto más de mi vida. Si bien al comienzo me molestaba el hecho de tener que hacer ejercicio o no poder comer ciertas cosas, con el tiempo resolví esos problemas y me di cuenta de los beneficios que genera saber cuidarse. Me animo a decir que, incluso, sin la diabetes tal vez hoy tendría otros problemas de salud. Era un mal necesario. No la pienso en términos de enfermedad, sino de estilo de vida", aseguró Ángela.
Si bien hace 18 años que tiene la enfermedad, los cuidados de los primeros 12 años estuvieron a cargo de su madre. Los controles, las muestras de sangre, la colocación de insulina y la pelea por la comida fueron encarnados por Maritza, la mamá. "Hace 6 años que comencé a tomar las riendas y mejorar mi salud", reflexionó Ángela.
Maritza Ortega Requena es la mamá de Ángela y miembro del grupo Pandis.
"El día que le diagnosticaron diabetes a mi hija fue uno de los más horribles de mi vida. Fue el 21 de septiembre del 96. Mi hija había bajado mucho de peso y comenzó a sentirse débil. En el centro de salud me decían que estaba incubando algo, que a lo mejor tenía anginas o una alergia. En esa época para que te hagan un test de glucosa tenías que tener sí o sí antecedentes genéticos", recordó Maritza mientras se tomada la cabeza como si otra vez fuera 21 de septiembre de 1996. "Ese día mi hija se descompensó y no podía ni levantarse de la cama. Como estaba la llevamos al hospital Materno Infantil de Tres Cerritos, donde una doctora nos dijo que podía ser diabetes o una intoxicación por aspirinita. Nos enviaron a la guardia del viejo Hospital de Niños, allí me confirmaron que era diabetes", contó.
"Para colmo toda la información que te llegaba era negativa y lo peor de todo era que no se podía conseguir el material descartable para colocarle la insulina o medirle la glucosa. Yo lo hacía con la vieja jeringa de vidrio", detalló al recorrer los años que cargó con todo lo externo que conlleva la enfermedad. "Cuando yo empecé con esto no había nada y todo era carísimo. Mi esposo tenía dos trabajos y no nos alcanzaba el dinero. Tengo que reconocer que si no fuera por el apoyo de mi esposo no hubiéramos salido adelante", destacó con orgullo. Hoy esta familia logró superar los malos momentos, Maritza se animó y tuvo una segunda hija, Virginia que ahora tiene 13 años y no tiene diabetes.
Saud tiene 21 años y hace 9 que fue diagnosticado con diabetes. "Fue en julio de 2005, me acuerdo que pasé mi cumple número 12 en el hospital. Había bajado mucho de peso, orinaba mucho y un día ya no podía ni despertarme", recordó. Así llegó la diabetes a la vida de Saud, que en un principio pensó que era algo temporal. Por las travesuras que hacía con su mellizo ya había pasado varias veces por el hospital, pero esta vez era distinto. "En casa me enojaba mucho y la pasábamos mal. Somos 8 hermanos y mi mamá tuvo que empezar a hacer dos comidas: una para mí y la otra para mis hermanos. Ahora todos me acompañan, y en cuanto me ven molesto me mandan a hacerme un control", contó entre risas Saud. Si bien lleva una vida normal, la bronca que le causó saber que tenía esta enfermedad aún está en proceso.
Para sobrellevarlo le enseñó a sus hermanos y amigos a colocarle la insulina. Y reconoce que "está bueno, así no tienen miedo". Hoy está cursando un profesorado de inglés y trabaja en una casa de comida rápida.
Con diabetes y desde hace varios años, estos chicos lograron hacer una vida normal, con éxitos y fracasos, con días soleados y otros nubla dos. Igual que todos.