Tener
diabetes no impide llevar una vida normal
Se estima que 9% de los salteños
padece esta enfermedad. Los profesionales y quienes la padecen aseguran que es
una dolencia que puede controlarse.
Desmayos, mareos, debilidad, sed
insaciable, ganas de orinar excesiva y una pérdida de peso rápida son algunos
de los síntomas que puede tener cualquier tipo de diabetes.
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Todo Sobre diabetes |
Brian Roldán, Ángela Pereyra y Saud
son tres jovencitos que comenzaron a convivir a muy temprana edad con la
diabetes. Hoy llevan una vida como la de cualquier otra persona, que cuida de
su salud. Todos ellos coincidieron en que no es tan difícil como parece, y lo
que se debe hacer es llevar una vida equilibrada.
Maritza Ortega Requena es la madre de
Ángela. Ella junto a otros padres de chicos con diabetes formaron el grupo
Padres de Adolescentes y Niños Diabéticos de Salta. En este espacio, y con el
apoyo de un grupo de profesionales, buscan guiar a niños, jóvenes y padres para
tener una vida sana con diabetes. En dialogo con El Tribuno, cada uno de ellos
contó cómo descubrieron la enfermedad, cómo lograron controlarla y cómo es su
día a día.
Brian Roldán tiene 18 años. Hace dos
años que tiene diabetes. Tiene cinco hermanos y ninguno de ellos padece esta
enfermedad. "Me enteré que tenía diabetes porque tuve un pérdida de peso
importante. Entonces, junto con mi mamá fuimos al médico. En ese momento me
confirmaron que tenía un debut diabético", comenzó contando este jovencito
que está a semanas de terminar el secundario y que además asiste a clases de
apoyo de matemáticas. Es que saber que tenía cualquier tipo de diabetes y que debía tener algunos
cuidados no afectó el resto de las actividades que hace diario. De hecho ya
planifica el próximo año, quiere estudiar para ingeniero químico.
"Comencé a tener un mal
funcionamiento en el páncreas y bueno... Ahora lo que hago es cuidarme un poco
en la comida, nada fuera de lo común, además me coloco insulina y me controlo
la glucemia con el apurativo", explicó en forma resumida cómo es convivir
con esta enfermedad.
Tal vez por su edad y por la forma
que tiene de ver la vida, Brian lleva la diabetes con total naturalidad, pero
en casa, y principalmente su madre, no lo vivieron de la misma forma.
"Cuando me diagnosticaron mi mamá estaba muy asustada. Me acuerdo que no
sabía qué cocinarme y de pronto empezó a hacer cosas raras, como zapallitos
hervidos, y yo me puse a investigar y a mostrarle que la sal no tenía nada que
ver y que lo que debía evitar eran los carbohidratos. Ahora ya le agarró la
mano", contó alegre y aliviado.
Ángela Pereyra es uno de los casos
más representativo de que se puede vivir con diabetes. Hoy tiene 21 años pero
hace 18 que es diabética. "En mi caso, que tengo la enfermedad desde muy
chica, es un aspecto más de mi vida. Si bien al comienzo me molestaba el hecho
de tener que hacer ejercicio o no poder comer ciertas cosas, con el tiempo
resolví esos problemas y me di cuenta de los beneficios que genera saber
cuidarse. Me animo a decir que, incluso, sin la diabetes tal vez hoy tendría
otros problemas de salud. Era un mal necesario. No la pienso en términos de
enfermedad, sino de estilo de vida", aseguró Ángela.
Si bien hace 18 años que tiene la
enfermedad, los cuidados de los primeros 12 años estuvieron a cargo de su
madre. Los controles, las muestras de sangre, la colocación de insulina y la
pelea por la comida fueron encarnados por Maritza, la mamá. "Hace 6 años
que comencé a tomar las riendas y mejorar mi salud", reflexionó Ángela.
Maritza Ortega Requena es la mamá de
Ángela y miembro del grupo Pandis.
"El día que le diagnosticaron
diabetes a mi hija fue uno de los más horribles de mi vida. Fue el 21 de
septiembre del 96. Mi hija había bajado mucho de peso y comenzó a sentirse
débil. En el centro de salud me decían que estaba incubando algo, que a lo
mejor tenía anginas o una alergia. En esa época para que te hagan un test de
glucosa tenías que tener sí o sí antecedentes genéticos", recordó Maritza
mientras se tomada la cabeza como si otra vez fuera 21 de septiembre de 1996.
"Ese día mi hija se descompensó y no podía ni levantarse de la cama. Como
estaba la llevamos al hospital Materno Infantil de Tres Cerritos, donde una
doctora nos dijo que podía ser diabetes o una intoxicación por aspirinita. Nos
enviaron a la guardia del viejo Hospital de Niños, allí me confirmaron que era
diabetes", contó.
"Para colmo toda la información
que te llegaba era negativa y lo peor de todo era que no se podía conseguir el
material descartable para colocarle la insulina o medirle la glucosa. Yo lo
hacía con la vieja jeringa de vidrio", detalló al recorrer los años que
cargó con todo lo externo que conlleva la enfermedad. "Cuando yo empecé
con esto no había nada y todo era carísimo. Mi esposo tenía dos trabajos y no
nos alcanzaba el dinero. Tengo que reconocer que si no fuera por el apoyo de mi
esposo no hubiéramos salido adelante", destacó con orgullo. Hoy esta
familia logró superar los malos momentos, Maritza se animó y tuvo una segunda
hija, Virginia que ahora tiene 13 años y no tiene diabetes.
Saud tiene 21 años y hace 9 que fue
diagnosticado con diabetes. "Fue en julio de 2005, me acuerdo que pasé mi
cumple número 12 en el hospital. Había bajado mucho de peso, orinaba mucho y un
día ya no podía ni despertarme", recordó. Así llegó la diabetes a la vida
de Saud, que en un principio pensó que era algo temporal. Por las travesuras
que hacía con su mellizo ya había pasado varias veces por el hospital, pero
esta vez era distinto. "En casa me enojaba mucho y la pasábamos mal. Somos
8 hermanos y mi mamá tuvo que empezar a hacer dos comidas: una para mí y la
otra para mis hermanos. Ahora todos me acompañan, y en cuanto me ven molesto me
mandan a hacerme un control", contó entre risas Saud. Si bien lleva una
vida normal, la bronca que le causó saber que tenía esta enfermedad aún está en
proceso.
Para sobrellevarlo le enseñó a sus
hermanos y amigos a colocarle la insulina. Y reconoce que "está bueno, así
no tienen miedo". Hoy está cursando un profesorado de inglés y trabaja en
una casa de comida rápida.
Con diabetes y desde hace varios
años, estos chicos lograron hacer una vida normal, con éxitos y fracasos, con
días soleados y otros nubla dos. Igual que todos.